Por: Sergio Trujillo
Diputado Asamblea del Huila
El asesinato del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay es un golpe que sacude las fibras más profundas de nuestra democracia. Colombia no puede permitir que este tipo de hechos regresen a ser parte de nuestro presente. Miguel representaba a un sector importante de la política nacional; era un hombre joven, preparado, con vocación de servicio, que encarnaba el relevo generacional de la política y, más allá de sus posturas, simbolizaba la esperanza de miles de ciudadanos que confiaban en su liderazgo.
Podemos no estar de acuerdo con las ideas de alguien, pero debemos coincidir en algo fundamental: el respeto por la vida y por la diferencia. La democracia se construye sobre la base del debate de ideas, no sobre la eliminación física del contradictor. La política no nos puede dividir al punto de convertirnos en enemigos irreconciliables; necesitamos superar la peligrosa escalada del lenguaje de odio que, de manera sutil o abierta, justifica la violencia.
No podemos, como sociedad, regresar a los años en los que los atentados y asesinatos de líderes eran parte de la cotidianidad. No podemos olvidar que el narcotráfico, la guerrilla y los grupos paramilitares dejaron un mar de sangre y dolor en nuestra historia. Basta recordar que entre finales de los años 80 y principios de los 90, en un lapso de pocos meses, fueron asesinados tres candidatos presidenciales: Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro y Bernardo Jaramillo Ossa. Fueron tiempos de zozobra, miedo y pérdida de fe en las instituciones, tiempos que juramos no repetir.
La muerte de Miguel Uribe debe ser un campanazo de alerta. No podemos permitir que el odio y la violencia vuelvan a imponerse sobre la razón y el diálogo. Debemos entender que por encima de los colores políticos está el interés superior de la nación. Colombia necesita unidad, respeto y la convicción de que las diferencias se tramitan en las urnas y en los escenarios democráticos, nunca en las calles a través de la violencia.
Hoy reitero mis más sentidas condolencias a la familia de Miguel Uribe y a sus amigos. Comparto su dolor y rechazo con vehemencia este atentado contra la democracia. Como diputado del Huila, ofrezco todo mi trabajo, compromiso y energía para sacar adelante este departamento y este país.
Es momento de trabajar En Equipo por Colombia. Dejar a un lado las rencillas, respetarnos y pensar siempre en los altos intereses de la patria. El camino para superar nuestros problemas no está en destruir al otro, sino en reconocerlo, tenderle la mano y construir juntos. Solo así podremos honrar la memoria de quienes han caído y garantizar que las futuras generaciones vivan en un país donde la política sea sinónimo de diálogo, respeto y esperanza.








