La reciente decisión de desalojar a los vendedores ambulantes del Parque Santander, uno de los puntos más emblemáticos del centro de Neiva, ha generado un debate encendido sobre la eficacia y el impacto de esta medida. Aunque el parque luce despejado y bajo estricta vigilancia, la ejecución de este desalojo ha traído consigo múltiples problemas sociales, económicos y de movilidad que han complicado aún más la situación, especialmente en plena temporada navideña.
DIARIO DEL HUILA, NEIVA
POR: ALEJANDRO POLANCO
Mientras la administración municipal argumenta que se trata de una acción necesaria para recuperar el espacio público, diversos sectores han cuestionado la falta de planificación y la ausencia de alternativas para los comerciantes informales, quienes, ante la imposibilidad de trabajar en el parque, se han reubicado en las calles y aceras circundantes.
Durante un recorrido realizado por el Diario del Huila, se constató que el Parque Santander permanece rodeado por vallas metálicas y bajo la vigilancia de uniformados de la Policía Nacional. La presencia constante de uniformados tiene como objetivo evitar el regreso de los vendedores desalojados y garantizar la seguridad en la zona.
Sin embargo, esta medida ha transformado la percepción de los ciudadanos respecto a este espacio. Lo que solía ser un punto de encuentro, recreación y convivencia, ahora es visto como un lugar restringido y tensionado, donde el acceso está limitado y las vallas se han convertido en un símbolo de exclusión.

“Este parque ya no parece un sitio para la comunidad. Con tanta valla y policía, lo que transmite es miedo, no seguridad”, comentó un ciudadano que transitaba por la zona.
Por otro lado, la presencia de vendedores informales en las inmediaciones del parque ha generado nuevos focos de congestión. Calles como la 8, entre carreras 5 y 6 arterias del centro de la ciudad ahora lucen abarrotadas por comerciantes que, sin otra opción, ocupan los espacios disponibles para continuar con su labor.
Sin alternativas claras para los vendedores
El presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) en Huila, Juan Pablo Tovar, fue contundente en su análisis al ser consultado por el Diario del Huila. Tovar expresó su preocupación ante la falta de opciones ofrecidas a los vendedores informales y advirtió que esta medida, lejos de solucionar el problema, lo ha agravado.
“La administración municipal no presentó alternativas viables para estas familias que dependen del comercio informal para subsistir. Desalojarlos sin un plan de reubicación solo incrementa la informalidad y las tensiones sociales en la ciudad”, afirmó Tovar.
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El líder sindical señaló que este tipo de decisiones requieren una visión integral, que contemple no solo la recuperación del espacio público, sino también soluciones que garanticen condiciones dignas para los afectados. “Estas medidas parecen más una respuesta apresurada que una solución real. Lo que tenemos ahora es un parque despejado, sí, pero con calles caóticas y familias desesperadas por encontrar una forma de trabajar”, agregó.
El impacto en el comercio formal y la movilidad
El comercio formal del centro de Neiva también se ha visto afectado por la reubicación improvisada de los vendedores informales. Durante la temporada navideña, cuando las ventas suelen repuntar, muchos comerciantes han señalado que el caos en las calles y la percepción de desorden han ahuyentado a los clientes.
“Nosotros esperábamos un incremento en las ventas, pero con la cantidad de vendedores en las aceras y el caos en el centro, la gente prefiere evitar venir”, afirmó un comerciante de la Carrera 5, quien solicitó mantenerse en el anonimato.
A este problema se suma la congestión vehicular, que ha empeorado debido a la ocupación de espacios peatonales y al aumento del flujo de personas en calles ya saturadas. Conductores y peatones enfrentan dificultades para desplazarse, y el tiempo que se requiere para transitar por el centro se ha incrementado significativamente.
El Diario del Huila intentó obtener una declaración oficial del subdirector de Espacio Público de Neiva, Ovidio Serrato, para conocer detalles sobre la estrategia implementada y las posibles soluciones que se estarían considerando para los vendedores informales. No obstante, al cierre de esta edición, no se obtuvo respuesta por parte del funcionario.
En su momento, Ovidio Serrato, subdirector de Espacio Público de Neiva, defendió la medida argumentando que el objetivo principal era recuperar el orden en el Parque Santander y garantizar que este espacio volviera a ser un lugar de encuentro para la ciudadanía. Según Serrato, el desalojo era parte de una estrategia más amplia para “dignificar el centro de la ciudad” y ofrecer una mejor experiencia tanto para los habitantes como para los visitantes durante la temporada navideña.

¿Una solución sostenible?
La temporada navideña, que tradicionalmente representa un respiro económico para miles de familias, llega este año bajo un panorama de incertidumbre. Los vendedores informales, que representan una parte significativa del comercio en esta época, enfrentan dificultades para trabajar, mientras que los comerciantes formales ven cómo la situación en el centro de Neiva afecta directamente sus ventas.
Los ciudadanos, por su parte, lidian con un entorno caótico y tensionado, donde las vallas, la presencia policial y la congestión han cambiado por completo la dinámica habitual del centro de la ciudad.
La situación refleja un desafío estructural que afecta no solo a Neiva, sino a muchas ciudades del país: el equilibrio entre la recuperación del espacio público y la protección de los derechos de los trabajadores informales. Según expertos en urbanismo y economía informal, cualquier medida dirigida a regular la presencia de vendedores ambulantes debe estar acompañada de políticas integrales que incluyan programas de capacitación, alternativas laborales y espacios adecuados para su reubicación.
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El tiempo dirá si la medida adoptada por la administración municipal logrará alcanzar sus objetivos. Sin embargo, a corto plazo, las consecuencias son evidentes: un parque despejado pero restringido, calles saturadas, comerciantes afectados y un clima de inconformidad que crece entre la ciudadanía.
Para muchos, la solución implementada parece ser más grave que el problema original. La recuperación del espacio público es un reto que requiere diálogo, planificación y, sobre todo, medidas que no excluyan a quienes dependen de estos espacios para sobrevivir.









