Por: María del Carmen Jimenez
El poder del dinero no puede interponerse sobre la vida. El Parque Isla no es un lote vacío, es uno de los pocos pulmones verdes que le quedan a Neiva. Es refugio de aves, corredor ecológico del rio Magdalena y espacio de encuentro ciudadano. Pretender levantar allí un estadio, bajo el argumento “del progreso” es desconocer el valor sagrado de la naturaleza y el derecho colectivo a un ambiente sano.
No podemos permitir que la lógica perversa del poder del dinero disfrazada de desarrollo se imponga, porque el verdadero desarrollo no destruye, no arrasa árboles ni cambia vida por cemento. El progreso no se mide en toneladas de concreto, sino en la capacidad de un territorio para cuidar lo que lo sostiene.
Construir un estadio en un área protegida es una afrenta a los principios del desarrollo sostenible y sustentable, y al espíritu de un riguroso y actualizado Plan de Ordenamiento Territorial POT, que lamentablemente en Neiva, no reúne estas características porque lleva más de veinte años sin renovarse, y eso significa caminar sin rumbo. Los barrios crecen sin dirección; el desorden urbano avanza y la administración municipal pierde control sobre la expansión urbana. Predomina la especulación del suelo y los intereses privados por encima del interés público.
Actualizar el POT es apostarle a la sostenibilidad, a una ciudad que respete su río Magdalena, que proteja sus bosques, que planifique su crecimiento y de oportunidades para todos y todas. El POT es el mapa del futuro que Neiva no puede seguir posponiendo por intereses mezquinos; éste no es un simple documento técnico de trámite: debe ser un sueño colectivo de ciudad, una brújula que nos dice donde construir, que proteger, y cómo vivir en armonía con la madre tierra. Es una decisión ética y amorosa con Neiva, con su gente y con su futuro. Se requiere con urgencia un nuevo modelo de ciudad. La no renovación del POT en Neiva refleja una crisis de planificación y de voluntad política. Mientras el país y el mundo avanzan hacia modelos de ciudades sostenibles, resilientes y humanas, nuestro territorio permanece en el caos y atrapada en un esquema urbano del siglo pasado. Un nuevo Plan de Ordenamiento tiene que basarse en: la protección de los ecosistemas del Magdalena y las Ceibas, la inclusión social y el acceso equitativo a la ciudad, la transición energética y movilidad sostenible y la participación ciudadana como principio rector.
La capital del Huila necesita escenarios deportivos, si, pero no a costa de su patrimonio natural. Existen otros espacios posibles, otras maneras de impulsar el deporte sin herir el alma ecológica de la ciudad. Proteger el Parque Isla es un acto de dignidad ciudadana, una defensa de la vida sobre el dinero, del bien común sobre el interés particular.








