El incremento del salario mínimo en Colombia, fijado en $1,42 millones para 2024, ha disparado los precios de las Viviendas de Interés Social (VIS), poniendo en jaque a miles de familias que soñaban con adquirir su casa propia.
DIARIO DEL HUILA, ECONOMÍA
El reciente incremento del salario mínimo en Colombia, que para 2024 se fijó en $1,42 millones tras un aumento del 9,54 %, ha generado un efecto adverso en el sector de Viviendas de Interés Social (VIS). Este ajuste, que inicialmente buscaba mejorar la capacidad adquisitiva de los trabajadores, ha llevado a un incremento sustancial en los precios de estas propiedades, afectando directamente a miles de familias que buscan cumplir el sueño de tener casa propia.
En 2024, el precio de una vivienda VIS alcanzaba los $195 millones. Sin embargo, para 2025, el costo ascenderá a $213,45 millones, lo que significa un incremento de $18,4 millones. Este fenómeno, que no es nuevo, se debe a que el valor de estas viviendas está indexado al salario mínimo, lo que permite a las constructoras ajustar los precios anualmente.
Según datos de Portafolio, los incrementos acumulados desde 2022 en los precios de las VIS han superado los $40 millones. Esta dinámica, aunque legal, ha puesto en aprietos a muchas familias que, al no poder asumir los costos adicionales, se ven obligadas a replantear sus decisiones financieras o incluso a desistir de la compra, perdiendo las inversiones realizadas en las cuotas iniciales.
Historias de quienes enfrentan la problemática
Ana Rodríguez, residente de Bogotá, es una de las miles de colombianas afectadas. En 2022 adquirió un apartamento por $170 millones, con la esperanza de escriturarlo en 2025. Sin embargo, los incrementos en el salario mínimo han elevado el precio a $213,5 millones, un alza total de $43,5 millones. Rodríguez comentó:
«Es muy frustrante. Pensé que el incremento máximo sería de $5 millones, según las proyecciones de la constructora. Ahora estoy enfrentando un aumento total de $43,5 millones. Comprar vivienda VIS, que debería ser una solución, se ha convertido en un calvario».
Otro caso similar es el de Leidy Ruiz, periodista, quien en noviembre de 2023 inició la compra de una vivienda VIS con la constructora Las Galias por $200 millones. Tras el aumento del salario mínimo, su cuota mensual subió en más de $800.000, y el precio total aumentó en $13,5 millones. Ruiz explicó:
«Estaba ahorrando para remodelar mi apartamento cuando me lo entregaran, pero ahora no podré seguir haciéndolo hasta que termine de pagar la cuota inicial».
Las constructoras también enfrentan retos
Para las constructoras, el panorama tampoco es sencillo. Según un vocero de Cusezar, la mayoría de los compradores de VIS ganan al menos dos salarios mínimos, pero el aumento del 9,54 % en el salario mínimo no se refleja proporcionalmente en sus ingresos reales. Además, las empresas deben lidiar con el incremento en los costos de materiales y mano de obra, impulsados por la inflación y factores internacionales, lo que reduce su rentabilidad y complica la planificación de nuevos proyectos.
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Los subsidios: una ayuda insuficiente
El programa Mi Casa Ya, que en 2025 contará con menos de 20.000 cupos, tampoco logra mitigar el impacto del aumento de precios. Aunque los subsidios están indexados al salario mínimo y han aumentado proporcionalmente, no son suficientes para cubrir las alzas. Una familia que en 2024 recibió un subsidio de $26 millones obtendrá $28,47 millones en 2025, apenas $2,47 millones más.
Incluso combinando este beneficio con el subsidio de una caja de compensación, que puede alcanzar hasta $71,1 millones, las familias aún enfrentan una diferencia significativa respecto al aumento de $18,4 millones en el precio de las viviendas.
Un panorama incierto
El impacto es especialmente grave para quienes adquirieron viviendas VIS de renovación urbana, cuyo valor equivale a 175 salarios mínimos. Esta situación genera incertidumbre tanto para las familias como para las constructoras, ya que el aumento en los desistimientos podría erosionar la confianza de los compradores en la industria formal.
El sueño de la casa propia se ve cada vez más lejano para miles de colombianos, quienes enfrentan un mercado en constante encarecimiento, una economía incierta y la presión de costos que no parece detenerse. La solución a esta problemática requerirá medidas más integrales que aborden tanto las necesidades de las familias como las de las empresas del sector.
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