Por: Hugo Fernando Cabrera Ochoa
“El poder es para poder”, es una expresión propia de quienes conocen cómo se entretejen los hilos en las altas esferas y saben muy bien cómo aprovechar la fuerza que otorga ciertos niveles de autoridad, ya sea política o económica.
El poder se refiere a la capacidad de una persona o grupo de individuos para hacer que algo suceda o pueda ocurrir. En un contexto político, económico y social, se define como la capacidad de influir en otros, a veces mediante la dominación logrando que actúen de cierta manera, según las conveniencias.
Según Max Weber, “el poder es la probabilidad de imponer la propia voluntad dentro de una relación social, incluso en contra de la oposición”. Además, el poder juega un papel crucial en todo tipo de organizaciones, influyendo en los procesos de ejecución y/o producción.
El poder se puede utilizar para hacer cosas buenas y favorables a la gente, o para actuar de manera adversa, malévola, corrupta, amañada, etc.
La ostentación de poder es propia de quienes lo poseen y por eso genera inmensa frustración en ellos no lograr lo que se proponen o no obtener la venia de quienes están por debajo en cuanto autoridad o porque son sus subordinados.
El poder bien manejado por personas ricas en inteligencia emocional, con conciencia social, con riqueza espiritual y con verdadero sentido común, es generador de desarrollo, de prosperidad y de crecimiento general; de esta manera, sin proponérselo, es retribuido con lo que tanto anhelan las personas que ostentan poder, con el reconocimiento de este, pero con un componente mucho más importante, el cariño y agradecimiento de quienes se sienten beneficiados.
Sin embargo, citando al escritor y comunicador Xavier Gutiérrez, encontramos que “el poder es fugaz, temporal, engañoso y vulnerable. Bien empleado tiene la fuerza de un ejército indomable que se le usa igual para construir que para destruir. Mal empleado es coraza de sinvergüenzas, pedestal de enanos que lo son y seguirán siendo a pesar de que se suban a la punta del Everest.
El poder igual que el alcohol no transforma ni trastorna a los hombres, los hace ver en su auténtica dimensión. Los revela como son realmente. La magia del poder ciega a la mayoría de quienes lo ejercen. Cuando despiertan aquél se ha ido, se volatilizó. Dura unos minutos en la relación infinita del tiempo, aunque hay quienes piensan que puede durar siglos. Hitler habló de su imperio de mil años y al poco tiempo estaba convertido en ceniza. El poder es humo…”
