Ruber Bustos Ramírez
Las mujeres del Huila son el alma del café. Con más de 27.000 mujeres en 35 municipios, representan más del 31% de los 87.000 productores de café de la región. No solo son caficultoras, sino también representantes, chapoleras o recolectoras, extensionistas, investigadoras y colaboradoras, desempeñando un papel crucial en la industria cafetera.
En Colombia, las mujeres representan el 47,2% de la población rural, según el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (2020). A pesar de su contribución esencial en sectores como la agricultura, el turismo y la seguridad alimentaria, su trabajo ha sido históricamente invisibilizado. Sin embargo, las mujeres caficultoras del Huila siguen siendo el pilar de sus familias y comunidades, y son fundamentales en la economía rural.
El Programa de Familias Cafeteras con Equidad de Género y Empalme Generacional de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) ha sido clave para visibilizar el trabajo de las mujeres en el campo cafetero. Este programa no solo trabaja con caficultoras, sino que también promueve la creación de políticas de equidad de género que buscan reducir las brechas y garantizar igualdad de oportunidades en el sector.
Las mujeres en el campo realizan labores tan diversas como la recolección de café, el trabajo en la postcosecha y la comercialización del grano. En el proceso de recolección, las chapoleras, muchas veces, son las responsables de seleccionar los granos que garantizarán la calidad de una taza de café. Su experiencia y conocimiento en el campo son vitales para mantener la excelencia que caracteriza al café del Huila.
Además de su trabajo en el campo, las mujeres extensionistas e investigadoras están liderando la implementación de nuevas tecnologías y prácticas agrícolas que favorecen la sostenibilidad del cultivo. A través de su trabajo, no solo mejoran la productividad del café, sino que también aseguran el bienestar de sus familias y comunidades.
Es esencial que sigamos reconociendo y apoyando a las mujeres caficultoras. Su trabajo, aunque esencial, aún enfrenta muchos desafíos, como la falta de acceso a educación y a mejores condiciones de trabajo. Las mujeres merecen un entorno donde puedan desarrollar su potencial sin barreras ni discriminación.
Cada taza de café que disfrutamos es el reflejo del esfuerzo y la dedicación de las mujeres caficultoras. Son ellas las que mantienen viva nuestra tradición cafetera, y su trabajo debe ser reconocido y valorado por toda la sociedad.








