Diario del Huila

El péndulo político que nos condena

Oct 2, 2025

Diario del Huila Inicio 5 Opinión 5 El péndulo político que nos condena

Por: Ramiro Andrés Gutiérrez Plazas

El panorama político de Colombia de cara a las elecciones presidenciales de 2026 se vuelve cada vez más turbio. Basta hablar con la gente en la calle para notar una constante, muchos siguen votando en contra de alguien, más que a favor de un verdadero proyecto de país. La lógica del “todo menos el actual presidente” parece imponerse, aunque eso signifique apoyar candidatos que ni convencen ni generan confianza.

En ese escenario ha surgido un nuevo personaje que, poco a poco, gana protagonismo. Yo lo llamo el “Juanpis González” de la política. Su estilo es arrogante, incendiario y arribista. Vive obsesionado con el poder y el dinero, dispuesto a pasar por encima de cualquiera con tal de alcanzar sus objetivos. Su discurso se sostiene en la idea de que “el fin justifica los medios”. Lo más preocupante es que, aunque se presenta como la antítesis del actual mandatario, en realidad se le parece más de lo que muchos creen, ambos comparten actitudes egocéntricas y autoritarias, solo que se ubican en orillas opuestas.

El problema de fondo es que seguimos atrapados en un juego pendular entre extremos. Hoy un sector pide un timonazo hacia la derecha, pero mañana, como una olla a presión, la misma sociedad explotará y empujará el péndulo hacia la izquierda radical. Así, repetimos un ciclo desgastante de polarización que nos mantiene en la confrontación permanente y nos impide avanzar en lo esencial que es construir una sociedad más justa, incluyente y solidaria.

Debemos preguntarnos si queremos seguir alimentando la política del odio o si, por fin, estamos dispuestos a elevar el nivel del debate. Votar con rabia o con resentimiento nunca nos ha dado buenos resultados. Necesitamos aprender a elegir con la cabeza y no con el estómago. El reto es analizar propuestas, revisar con rigor las hojas de vida de quienes aspiran a gobernar y preguntarnos si realmente representan un camino hacia la reconciliación y el desarrollo.

En el mal llamado “centro” hay personas valiosas, con trayectorias limpias y actitudes conciliadoras. Hombres y mujeres que, además de preparación, tienen algo aún más importante, calidad humana. Es allí donde podríamos encontrar alternativas reales que nos permitan superar la lógica de la polarización y pensar en un proyecto de país a largo plazo.

Si en 2026 volvemos a elegir con odio, lo único que cambia son los nombres, no el destino. Seguiremos gobernados por caudillos que venden ilusiones mientras alimentan divisiones. Nos hemos acostumbrado a votar como hinchas en un clásico de fútbol, no como ciudadanos que cargan en sus manos el futuro de un país herido. Colombia no necesita más salvadores de cartón ni discursos incendiarios; necesita sensatez, justicia y grandeza. Pero si seguimos atrapados en el péndulo de los extremos, no nos sorprendamos cuando la historia repita su sentencia, más muertos, más frustración y un país cada vez más roto.

Tal vez te gustaría leer esto