La ambiciosa estrategia diplomática del presidente Gustavo Petro volvió a encender el debate nacional: la expansión de embajadas y consulados ha implicado millonarios montos de inversión que, para algunos sectores, representan una apuesta por la presencia global de Colombia, mientras que para otros es un gasto desbordado en tiempos de estrechez fiscal.
DIARIO DEL HUILA, ACTUALIDAD
El gobierno del presidente Gustavo Petro ha invertido más de 19.513 millones de pesos en el montaje, adecuación y puesta en marcha de nuevas embajadas y consulados durante su administración. La expansión diplomática, una de las más amplias en años recientes, ha generado debate público por el impacto fiscal que representa y por la pertinencia de abrir tantas representaciones en un momento de tensión presupuestal para el país.
Una red diplomática en ampliación
Según información oficial, el gobierno ha impulsado la apertura o reapertura de 10 embajadas en países como Etiopía, Rumania, Guyana, Barbados, Arabia Saudita, Nueva Zelanda, Catar, la República Checa y Senegal. Ocho de estas sedes iniciaron operaciones este año y las otras dos en 2024, lo que muestra la aceleración de la estrategia internacional impulsada por la Cancillería.
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A estas embajadas se suman tres nuevos consulados instalados en Puerto Príncipe (Haití), Estambul (Turquía) y Río de Janeiro (Brasil), cuyo costo aproximado supera los 2.200 millones de pesos adicionales.
La Cancillería proyecta que esta expansión diplomática representará para 2026 un gasto equivalente al 39,7 % del fondo rotatorio de la entidad, una cifra que demuestra la magnitud del esfuerzo económico y la carga de funcionamiento que implicarán las nuevas oficinas.
Gasto asignado vs. ejecución real
Uno de los puntos que más ha llamado la atención es que, aunque el presupuesto asignado para estas sedes supera los 19.500 millones, no todas las embajadas han ejecutado plenamente los recursos destinados a su instalación.
En algunos casos, como la embajada en Arabia Saudita —una de las más costosas—, solo se ha utilizado una fracción del dinero aprobado. Y en otras sedes, la ejecución es mínima o prácticamente nula, lo que abre interrogantes sobre la eficiencia del gasto y la planificación detrás de estas inversiones.
Críticas por prioridades presupuestales
El aumento de la red diplomática ha sido recibido con reservas por distintos sectores políticos y académicos. Las críticas se enfocan en la pertinencia de destinar recursos tan altos a nuevas sedes en el exterior en un contexto donde Colombia enfrenta limitaciones fiscales, necesidades urgentes en salud y educación, y presiones crecientes en el gasto social.
Analistas también señalan que muchas de estas embajadas han sido abiertas en países con los que Colombia tiene relaciones comerciales o políticas limitadas, por lo que se cuestiona si los beneficios esperados compensan la inversión inicial y los gastos de mantenimiento a largo plazo.
Asimismo, preocupa que la ampliación implique crecimiento de la burocracia diplomática, con más cargos, alquileres, infraestructura, seguridad y logística, lo que se convierte en una obligación presupuestal permanente.
Justificaciones del Gobierno
El Gobierno defiende la expansión como una apuesta estratégica. Según la Cancillería, el objetivo es posicionar a Colombia en regiones donde históricamente ha tenido poca presencia, como África, el Medio Oriente y Oceanía; fortalecer alianzas políticas; ampliar oportunidades comerciales; y ofrecer mejores servicios a los ciudadanos en el exterior.
La administración sostiene que una diplomacia más robusta permitirá diversificar relaciones, participar activamente en asuntos globales, abrir puertas para inversión y cooperación, y brindar acompañamiento a comunidades colombianas que antes no contaban con representación cercana.
¿Apuesta estratégica o gasto excesivo?
La apertura simultánea de 10 embajadas y 3 consulados marca un cambio notorio en la política exterior, pero también reaviva la discusión sobre el uso de los recursos públicos. La baja ejecución de parte del presupuesto aprobado, la ubicación de algunas sedes, y las prioridades fiscales del país han llevado a que el tema se convierta en terreno de controversia.
Mientras el Gobierno insiste en que la expansión diplomática es una inversión en presencia global, críticos sostienen que se trata de un gasto innecesario en tiempos de ajuste. La ciudadanía, por su parte, espera que estas embajadas demuestren resultados concretos en comercio, cooperación internacional y atención consular.
Por ahora, la discusión sigue abierta y el país continúa evaluando si esta apuesta fortalecerá realmente la política exterior o si terminará siendo un costo difícil de sostener en medio de un panorama fiscal cada vez más retador.

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