Por: José Eliseo Baicué Peña
Este año comenzó el 25 de abril, y se extenderá hasta el 11 de mayo en Bogotá. Un espectacular evento creado en 1988 por la Cámara Colombiana del Libro en alianza con Corferias, con el ánimo de promover la lectura y de unir a la industria editorial con el público lector y no lector.
En esta ocasión el tema principal es Las palabras del cuerpo, lo cual invita a la reflexión sobre las bondades del cuerpo como templo del ser, como territorio narrativo y político, como cultura e imagen en un momento en donde la sociedad se desvela por invertir tiempo y dinero en la materia corporal como estructura y esencia física.
Con más de 500 invitados, 570 expositores, 2.300 actividades, 22 salas para programación, 60 mil metros cuadrados (algo así como 10 canchas de fútbol) para la exhibición de libros y documentos, y la expectativa de que lleguen aproximadamente 600 mil personas de diferentes lugares del planeta.
Es decir, es un evento supremamente importante para la cultura y el conocimiento que tendrá 570 expositores y delegaciones de más de 30 países, convirtiéndose en un escenario ideal para toda la industria editorial.
Sin embargo, y pese a toda la estructura organizativa y calidad intelectual de la feria, no resulta suficiente para aumentar los índices de lectura en nuestro país.
Al analizar las causas de este fenómeno, se ha detectado que son varias, dentro de las cuales se destacan tres muy importantes: carencia de una cultura lectora, el elevado costo de los libros y la irrupción de la tecnología con sus plataformas digitales.
Además, se habla de falta de tiempo libre y de los acelerados cambios en la vida cotidiana que ha impuesto la sociedad del conocimiento en el campo de la
También, es claro que la lectura no es considerada como una actividad común, es casual, no se da coincidentemente; no es una práctica cotidiana. No está configurada como un hábito, por lo tanto, se da esporádicamente, siendo a veces, obligatoria.
Dadas estas connotaciones, se necesita de más campañas y acciones conducentes a impulsar la lectura y el amor por los libros. Es preciso iniciar por las familias, continuar con la escuela, incrementar en la universidad y propiciar entornos donde la lectura se un fin y no un pretexto.
De igual manera, conviene implementar proyectos que propendan la compra y adquisición de libros a bajo costo o en préstamo. Y, en esto, los gobiernos de las últimas décadas se han quedado cortos.
Bienvenida la Feria del Libros, pero, que no sea la única temporada donde se impulsa la lectura y el comprar libros. Tiene que generarse un legado en este sentido. La academia, los gremios, las grandes superficies, ONGs, y el Estado, deben crear alternativas en este sentido y promover de manera permanente estas iniciativas.








