Diario del Huila

El lenguaje construye realidades

Jul 12, 2025

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Por: María del Carmen Jiménez

El lenguaje no es neutro ni inocente, tiene el poder de crear  mundos, reproducir desigualdades, violencias, o transformarlas. Puede ser un instrumento de violencia tanto simbólica como directa. Pierre Bourdieu, plantea que la violencia simbólica  se ejerce cuando una persona o grupo, impone significados  o clasificaciones  que refuerzan jerarquías sociales, discriminación, sumisión,  exclusión,  sin necesidad de coerción física.

 Cuando se describe a determinados grupos como “indiamenta” “plaga”, “carga”, “enemigos”  se les despoja de su humanidad, lo que puede justificar  la violencia en contra de ellos. El lenguaje está vinculado al poder, regula lo que es posible decir,  pensar y hacer en una sociedad. En términos de Foucault los discursos dominantes determinan lo que se considera normal,  aceptable o desviado, institucionalizan un lenguaje a través de sus aparatos ideológicos y medios masivos de comunicación para clasificar y controlar a las personas.

Por ello, es clave volver la mirada al lenguaje inclusivo, no sexista, (así la RAE no lo apruebe) para visibilizar  a los grupos históricamente marginados. Ser conscientes del lenguaje que usamos  es un paso fundamental  hacia una sociedad más justa e inclusiva;  transformar el lenguaje es empezar a transformar la realidad. Las narrativas alternativas rompen  con discursos hegemónicos y permiten  imaginar nuevas realidades.   A los que se creen históricamente dueños de los países y del mundo les incomodan estas narrativas, que se soportan en un lenguaje disruptivo porque visibilizan lo que siempre han pretendido ocultar, porque no se adapta  al lenguaje del Status Quo.

 El lenguaje disruptivo provoca reflexión, no complacencia, tiene gran fuerza ética pues denuncia lo injusto, desenmascara  eufemismos del poder,  rompe silencios  impuestos. Recupera  la memoria histórica  que los relatos oficiales han borrado. Reconstruye la dignidad al nombrar con verdad, justicia  y respeto, al devolverle  la voz y humanidad  a quienes han sido despojados de ella. Reivindica  las identidades negadas de los pueblos indígenas, campesinos, mujeres, afrodescendientes sectores empobrecidos, recoge los testimonios  y sentires de los pueblos,   no de las élites.  Este lenguaje amenaza  al orden establecido, es incómodo porque es verdadero. No  solo denuncia, sino  que propone nuevas  formas de nombrar y vivir.

El actual presidente de Colombia  Gustavo Petro ha sido capaz de descolonizar la palabra de  deshacer el lenguaje heredado del poder colonial. Por eso es admirado por muchos,  censurado y odiado por pocos.   Su discurso de respuesta  a Isabel  Díaz Ayuso  ante el Parlamento Europeo, no fue una defensa personal: fue una reivindicación histórica  y política del sur global frente al discurso de superioridad que aún persiste en sectores del norte. Convirtió el ataque que le hicieron   en una oportunidad para pronunciar un discurso disruptivo  de soberanía,  dignidad nacional y memoria histórica. Decir la verdad y construir dignidad a través  de la palabra  es una forma profunda de  resistencia y transformación.  

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