En cinco municipios del Huila, decenas de familias están transformando la forma de cultivar sus alimentos: usan residuos de cocina y ceniza para nutrir sus huertas, mientras protegen la cuenca hidrográfica que les da el agua.
DIARIO DEL HUILA, ACTUALIDAD
En el patio de su casa, en el barrio Villa Laura del municipio de Yaguará, Jazmín Guluma acaricia con orgullo una mata de tomate.
“Usé lo que tenía en casa: cascaritas, ceniza, tierra y un guarapo que aprendí a preparar en el taller”, dice mientras sonríe. Sus tomates, tan grandes y brillantes como manzanas verdes, son el resultado de una nueva forma de entender la agricultura: sin químicos, con lo que la tierra y la cocina brindan.
Jazmín es una de las participantes del programa “Una agricultura con enfoque ambiental en toda la cuenca del río Yaguará”, una estrategia liderada por la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM), que ha llegado a más de 20 familias en los municipios de Íquira, Teruel, Tesalia, Nátaga y Yaguará.
El objetivo es enseñar a los pobladores a producir abonos orgánicos a partir de residuos domésticos y a mantener huertas caseras sostenibles, promoviendo así la seguridad alimentaria y la protección ambiental.
De la cocina al suelo: el ciclo completo
La propuesta es simple pero poderosa: aprovechar lo que normalmente se desecha, como restos de frutas, cáscaras de huevo, ceniza de la leña o desechos vegetales, y convertirlos en fertilizantes naturales. La técnica incluye la elaboración de “guarapos” fermentados con microorganismos, que activan la vida del suelo y fortalecen las plantas.
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Es el corazón de un enfoque agroecológico que busca disminuir el uso de agroquímicos, reducir costos y cuidar la salud de las personas.“Los resultados se notan rápido. En quince días, las plantas florecieron mejor y el fruto es más sano.
No solo cuido mi salud, también ayudo a proteger el río Yaguará”, cuenta Jazmín, una de las voces que hoy lideran este cambio silencioso pero vital.
Educación para sembrar conciencia
Los talleres hacen parte del ciclo de capacitaciones que la CAM y las alcaldías de los cinco municipios vienen desarrollando desde principios de año.
“Nuestro enfoque es integral. Enseñamos a las comunidades sobre compostaje, producción de biofertilizantes, insecticidas naturales a base de ajo y ají, y el manejo de plagas con hongos como alternativa a los productos industriales”, explica Joseph Espitia Medina, profesional de apoyo del Plan de Ordenación y Manejo de Cuenca (POMCA) del río Yaguará.
Cada ciclo consta de ocho talleres, donde también se introducen técnicas como el uso de microorganismos de montaña, caldos minerales como el bordelés y el sulfocálcico, y otras prácticas de manejo agroecológico. “La idea es que las familias se apropien de estos conocimientos, para garantizar su alimentación, reducir gastos y, al mismo tiempo, cuidar el agua que les da vida”, añade Espitia.
Un esfuerzo que articula comunidad y territorio
Tatiana Chira, de la Oficina de Desarrollo Rural y Empresarial (ODRE) de Yaguará, destaca el papel que ha tenido la articulación institucional para fortalecer esta iniciativa. “No solo estamos hablando de producción agrícola; estamos construyendo soberanía alimentaria desde lo local, desde la casa.
Las huertas y los biofertilizantes permiten que las familias tengan alimentos sanos, al alcance, y se conecten de nuevo con la tierra de forma respetuosa”, asegura.
Según datos de la CAM, la cuenca del río Yaguará abastece acueductos municipales y veredales del noroccidente del Huila.
Su conservación, por tanto, no solo es una responsabilidad ambiental, sino una urgencia comunitaria. La agricultura orgánica se plantea como una solución viable, al evitar la contaminación por fertilizantes sintéticos y pesticidas, y fomentar una relación más armoniosa con los ecosistemas.

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