La sociedad huilense se encuentra hastiada por el permanente y creciente asedio de las organizaciones delincuenciales que producto de la complacencia del gobierno nacional, se les ha facilitado su accionar criminal, a través de los Decretos presidenciales que prohíbe a las Fuerzas Militares y a la Fuerza Pública a intervenir de manera unilateral, con el sofisma de distracción de que se encuentran en búsqueda de la Paz Total. Pareciera que el ejecutivo no se hubiera dado cuenta del engaño a que ha sido sometido, lo cual le está generando un rechazo generalizado de las familias colombianas y de la opinión pública, que ya no creen de los cantos de sirena de estos narcoterroristas. Por este motivo, amplias regiones del país, están desesperados por el actuar narcoterrorista que están provocando masacres, asesinatos selectivos, secuestros, desplazamientos forzados, extorsiones, reclutamiento de menores de edad, entre otras manifestaciones ilegales que se han vuelto paisaje, en medio de la desidia e ineptitud gubernamental para contrarrestarlos. Consideramos que el país no puede ser entregado a la criminalidad. Los buenos somos más. Aunque los sectores afectos al ejecutivo quieran continuar gozando del poder, las próximas elecciones se convertirán en un termómetro adverso a sus aspiraciones.
Cuando los candidatos de estos movimientos vayan a buscar los votos a la Plata Huila, donde obtuvieron 9.600 votos en las anteriores justas electorales, la misma ciudadanía los van a rechazar fulminantemente. Les van a recordar el atentado terrorista ocurrido a 100 metros mientras ocurrida en la semana anterior en plena procesión de Semana Santa, junto con la permanente extorsión a que los tienen sometidos estas organizaciones delincuenciales. Igual fenómeno se esta presentando en más de 800 municipios del país. Nos preguntamos ¿de dónde van a sacar el respaldo popular para ganar las próximas elecciones?, así ofrezcan soluciones para contrarrestar el deterioro de la estructura productiva y el comportamiento adverso de los indicadores económicos, pero la realidad es otra. Es un caos total el accionar gubernamental. Es el gobierno del cambio que nos prometieron en las anteriores justas electorales.
Su permanente confrontación con los demás poderes públicos, sector empresarial, medios de comunicación y de presidentes de otros países, le han venido generando un rechazo unánime del rechazo contra su accionar gubernamental. Es mayor la polarización política que ha propiciado el primer mandatario de los colombianos. En el resto de su periodo presidencial que le queda, no debe ser alimentando odios, ni profundizando los sesgos ideológicos con los demás actores de la vida pública. Se nota que se va aislando de los demás sectores políticos, gremios económicos y de la misma sociedad en general. Las amenazas e imposiciones gubernamentales les están creando un panorama desgastado de su imagen y de sus niveles de popularidad. No lo decimos solamente, sino los sondeos de opinión, que cada vez son más adversos.
