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El dilema del trabajo en Colombia: baja el desempleo

Oct 14, 2025

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Aunque el mercado laboral colombiano muestra cifras históricamente bajas de desempleo, la realidad detrás de los números plantea un desafío estructural: más ocupados, pero con menos productividad, mayores costos y un entorno económico presionado por la reforma laboral, la reducción de la jornada y los futuros incrementos del salario mínimo.

DIARIO DEL HUILA, ANALISIS

El mercado laboral colombiano atraviesa un momento de aparente bonanza, pero también de fuertes tensiones internas. Los últimos datos del DANE confirman que en agosto de 2025 el país alcanzó una de las tasas de desempleo más bajas del siglo, con un 8,0 % desestacionalizado en las 13 principales ciudades. Además, la población ocupada aumentó en 393.000 personas frente al mismo mes del año anterior, lo que representa un crecimiento del 1,7 %.

Sin embargo, detrás de esta aparente buena noticia se esconde un panorama más complejo. La Andi, el Banco de Bogotá y Corficolombiana coinciden en advertir que la caída del desempleo no necesariamente refleja un aumento sostenible en la creación de empleo formal o productivo. De hecho, el fenómeno parece estar más relacionado con un cambio en la forma en que se distribuye el trabajo y con los efectos acumulativos de recientes ajustes regulatorios, como la reducción de la jornada laboral y la entrada en vigor de la nueva reforma laboral.

Menos desempleo, pero también menos participación

El DANE también reveló que, si bien el desempleo bajó, la tasa global de participación (el porcentaje de personas en edad de trabajar que están activas en el mercado laboral) cayó de 64,5 % en agosto de 2024 a 63,9 % en 2025, una reducción de 0,6 puntos porcentuales. Esto indica que parte de la disminución del desempleo podría explicarse porque menos personas están buscando trabajo, y no necesariamente por una expansión robusta de la oferta laboral.

Desde la Andi lo resumen con claridad: “Una de las razones por las cuales baja el desempleo es porque aparentemente hay menos personas buscando empleo”. Esto abre el debate sobre la calidad de las oportunidades laborales que se están generando y sobre la sostenibilidad de los indicadores que hoy el Gobierno celebra.

Corficolombiana, en su más reciente informe, va un paso más allá: advierte que el vínculo entre crecimiento económico y creación de empleo se ha debilitado de manera estructural. “La relación entre empleo y actividad económica se ha deteriorado significativamente en los últimos años”, señala, y agrega que los ajustes normativos y de jornada han modificado la dinámica laboral sin que exista un aumento proporcional de la productividad.

La reforma laboral y la reducción de la jornada: el doble filo del cambio

Uno de los puntos centrales de esta transformación es la Ley 2101 de 2021, que estableció una reducción progresiva de la jornada laboral de 48 a 42 horas semanales entre 2023 y 2026. A ello se suma la reforma laboral implementada en junio de 2025, que introdujo nuevas reglas en materia de contratación, estabilidad y recargos.

Ambos cambios han impactado las estructuras de costos de las empresas, que ahora deben cubrir las mismas necesidades productivas con menos horas de trabajo por empleado y mayores cargas administrativas. Según los cálculos de Corficolombiana, la productividad por trabajador cayó un 3,1 % en el último año.

El informe detalla que, para compensar la pérdida de horas laborales, las empresas han tenido que incorporar cerca de 787.000 nuevos trabajadores, dentro de los 1,8 millones de empleos generados entre 2022 y 2025. Esto significa que el mismo volumen de trabajo se reparte entre más personas, lo cual explica la reducción del desempleo, pero también un descenso en la eficiencia general de la economía.

En otras palabras, el país tiene más personas trabajando, pero cada una produce menos. Es una mejora estadística, no necesariamente una mejora estructural. “Todo parece indicar que una parte de la reciente disminución del desempleo podría estar asociada a que el mismo volumen de trabajo se está distribuyendo entre más personas”, advierte el informe de la firma.

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Costos laborales al alza

El Banco de Bogotá coincide con este diagnóstico y agrega nuevos elementos al análisis. En su informe de coyuntura laboral, advierte que los costos laborales enfrentaron múltiples choques simultáneos en 2025:

  1. El aumento del salario mínimo superior al 9,5 %, el segundo más alto en 40 años.
  2. La reducción de la jornada laboral de 46 a 44 horas semanales desde julio.
  3. La entrada en vigor de la reforma laboral en junio, que elevó los costos asociados a la contratación formal.

“El resultado de estos factores es una generación de empleo que se desacelera en un contexto de crecimiento económico aceptable, pero no extraordinario”, dice la entidad. De hecho, la creación de nuevos empleos pasó de más de un millón en febrero a apenas 393.000 en agosto, una contracción preocupante en la tendencia del mercado.

Las empresas enfrentan mayores costos laborales tras la reducción de la jornada.

Los sectores que más sienten la presión

No todos los sectores enfrentan los efectos de la misma manera. El comercio, por ejemplo, ha sido uno de los más golpeados. De acuerdo con una encuesta de Fenalco, más del 80 % de los empresarios del sector reconoció que, para hacer frente al aumento de los costos laborales, ha tenido que ajustar su nómina o las jornadas de trabajo.

El DANE confirma que el comercio redujo su planta laboral en 165.000 personas en agosto, la mayor caída desde febrero de 2024. En contraste, sectores como la industria, la construcción, el transporte y el empleo público mostraron crecimiento.

Pero incluso este dato tiene matices: según el Banco de Bogotá, sin el aumento de nóminas en el sector público, la creación anual de empleos habría sido de apenas 246.000 puestos. En síntesis, el motor de la ocupación está dependiendo más del Estado que de la iniciativa privada, lo que genera dudas sobre la sostenibilidad del empleo a largo plazo.

Un desempleo bajo, pero con fragilidad estructural

El panorama que se desprende de estos análisis es que Colombia atraviesa una paradoja laboral: el desempleo está en mínimos históricos, pero la calidad y la productividad del empleo se deterioran. Esto sugiere que las cifras positivas pueden no ser sostenibles en el mediano plazo.

Corficolombiana lo resume en términos contundentes: “Se trata de una mejora en la tasa de desempleo que no sería sostenible para la creación real de empleo”. A esto se suma la advertencia de los analistas sobre el crecimiento económico moderado, que apenas bordea el 1,3 % anual según proyecciones recientes.

Si la economía no crece, y los costos laborales continúan al alza, las empresas tendrán cada vez menos margen para contratar formalmente. Y si el Estado se convierte en el principal generador de empleo, la recuperación del aparato productivo privado podría verse comprometida.

Expertos advierten que la productividad cayó pese al aumento del empleo.

La próxima bomba: el salario mínimo de 2026

A esta ecuación se suma un nuevo elemento de presión: el inminente debate sobre el salario mínimo de 2026. De acuerdo con el analista Camilo Herrera, fundador de Raddar, el incremento podría rondar el 11 %, siguiendo la línea anunciada por el presidente Gustavo Petro, quien ha manifestado su intención de cerrar su mandato con un aumento generoso.

El Banco de Bogotá, en su escenario más probable, estima que el salario mínimo podría alcanzar los 1,6 millones de pesos, lo que equivaldría a un aumento del 12,4 %. Este nivel de ajuste, advierte la entidad, sería altamente inflacionario y dificultaría el retorno de la inflación al rango meta del Banco de la República (entre 2 % y 4 %).

Para las empresas, esto implicaría mayores costos y nuevas presiones sobre los precios, en un contexto donde la productividad ya está cayendo. En otras palabras, los incrementos salariales podrían terminar erosionando el mismo poder adquisitivo que buscan proteger.

El desafío de fondo: productividad y eficiencia

El gran reto para el mercado laboral colombiano no está solo en mantener bajas tasas de desempleo, sino en mejorar la productividad y reducir la informalidad, que sigue en 55,7 %, según el DANE.

Mientras las reformas buscan formalizar y proteger a los trabajadores, las cifras muestran que más de la mitad de los ocupados aún se desempeñan fuera de la seguridad social y de los derechos laborales plenos. Esto implica que los beneficios de las nuevas regulaciones no llegan a la mayoría de los trabajadores.

Por ahora, los datos apuntan a una recuperación cuantitativa —más personas trabajando— pero no cualitativa —mejor empleo, mayor productividad y estabilidad—.

La gran pregunta es si las políticas actuales lograrán equilibrar ese desfase o si, por el contrario, seguirán generando un empleo más fragmentado, menos eficiente y más costoso.

El debate sobre el salario mínimo de 2026 genera expectativa e incertidumbre.

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