En medio de la jornada electoral que se ha iniciado en el territorio colombiano, la violencia propiciada por las organizaciones narcoterroristas se ha generado en el gobierno del cambio una arremetida para afectar a los organismos de seguridad, que se encuentran totalmente debitadas ante este accionar irracional de estos depravados sociales. De acuerdo con las cifras oficiales, en Colombia, los grupos armados reclutan al menos un niño cada dos días. Es la cruda realidad que están viviendo las familias que buscan por todos los medios, evitar que sus hijos se conviertan en máquinas de guerra. Es desalentador como estas organizaciones subversivas, los raptan para convertirlos en criminales sin que exista una política pública que contrarreste este flagelo que tiene en ascuas a las familias colombianas. En todos los ataques terroristas siempre hacen presencia los menores de edad. Al senador Miguel Uribe Turbay lo asesinó a mansalva un adolescente de 15 años. Son unos asesinos.
Durante los anteriores gobiernos, se bombardeaban a estas estructuras criminales, donde permanecían en sus campamentos menores de edad. Inclusive fue la mejor estrategia para contrarrestar a estos criminales. Inmediatamente aparecían los integrantes de la oposición encabezados por Gustavo Petro Urrego, para oponerse a estas estrategias que les dieron muy buenos resultados y que redujeron el numero de subversivos en el país. Una vez asumió el actual primer mandatario de los colombianos hace 41 meses, prohibió tajantemente que los organismos de seguridad utilizaran estas maniobras militares, cuando hicieran presencia niños. Podemos inferir que obligaba a los pilotos a bajar y pedirles la cedula de ciudadanía, para poder bombardearlos. Algo risible. Pero el debilitamiento progresivo de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional, recortándoles el presupuesto (Este año le quitaron 800 mil millones de pesos a la defensa nacional), algo absurdo cuando se han venido incrementando estos grupos delincuenciales.
Ahora que la nueva geopolítica impuesta por el gobierno estadounidense desde que se posesionó el pasado 20 de enero, el presidente Donal Trump ha anunciado que bombardearán a todas las estructuras criminales y a los cultivos de coca que se encuentren en Venezuela, Colombia y a los carteles de México, sin pedirles permiso a sus presidentes. Igualmente, la focalización que ha puesto el gobierno norteamericano contra el presidente Gustavo Petro Urrego, a su entorno familiar y a sus áulicos, lo tienen muy preocupado por las sanciones que ya empezaron a aplicarle como la inclusión a la Lista Clinton y las que vienen en camino. Así no lo quieran aceptar, Trump le está respirando en la nuca al primer mandatario de los colombianos. Inclusive tiene mucho temor para continuar con ese desaforado turismo presidencial desde que se posesionó. Por tal motivo, ha tomado la decisión de ordenar los bombardeos a los campamentos de la guerrilla, sin interesarle que haya niños en sus filas.







