Diario del Huila

El día cuando los secretos del presidente lo subyugan

May 5, 2025

Diario del Huila Inicio 5 Opinión 5 El día cuando los secretos del presidente lo subyugan

Por: Gerardo Aldana García

Un hombre con el poder de presidente de un país es a la vez la oveja que luego no tendrá pastor; solo lobos a la espera de sus vísceras. Vaya que una afirmación de esta categoría puede parecer temeraria, exagerada; pero es así. La literatura en muchos de sus clásicos de fama mundial está llena de funestos dramas en donde el líder cuya autoridad puede llegar a ser incontrastable, sucumbe pronto, o incluso mucho después de dejar la silla de su imperio. Lo más duro del tema es que tan aciago desenlace suele venir de manos de personas muy cercanas a él, que en momento alguno podría advertir una traición. Pero también llegan de aliados con quienes tuvo tratos para negocios non santos frente a las responsabilidades de Estado, o a veces decisiones duras, pero necesarias.  En obras como: “El Señor Presidente”, del Premio Nobel Miguel Ángel Asturias, el lector tendrá acceso a experiencias ligadas al miedo y la paranoia como elementos reinantes en el drama del mandatario y dictador guatemalteco Manuel Estrada Cabrera, justamente cuando personas a quienes le ha incentivado una lealtad forzada o por conveniencia, conocen sus secretos y, en un escenario de permanente intriga y avaricia de poder,  viene inexorablemente la traición y la delación de aquellos secretos que solo conoce su círculo más cercano.

En otra obra: “Yo, Claudio» del escritor británico Robert Graves, en género de novela, se narra la vida del emperador romano Claudio, quien en varios momentos de su reinado se ve rodeado de intrigas palaciegas y traiciones por parte de miembros de su propia familia y de su círculo más cercano, quienes conocen sus debilidades y los secretos de su gobierno. Una de las constantes en el relacionamiento de cercanos al gobernante es la manipulación de la información confidencial lo que afecta directamente al emperador.  

Al mirar hacia la obra:  «Hamlet» de William Shakespeare, pese a que el rey Claudio no es un presidente en el sentido que se entiende en la modernidad del siglo XXI,  su dignidad como monarca con facultades absolutas lo asimila, en cuanto al manejo de secretos de Estado y poder. Personajes cercanos a él, como Polonio, conocen aspectos turbios de su ascenso al trono, empezando por el asesinato del anterior rey. A la postre, el monarca tendrá en contra una cuenta de cobro de alto costo emocional por cuenta de la exposición pública de sus secretos.

Y si de secretos de presidentes en la modernidad se trata, resulta muy atractiva la dramatización del gobierno del primer mandatario colombiano Gustavo Petro Orrego, quien a diario sufre las embestidas arteras y certeras de contradictores, y no menos de sus inmediatos hombres y mujeres de confianza, dentro de quienes están también familiares; es decir, los que serían sus más queridos seres. Y el presidente se defiende; niega todo. Ha logrado construir, en su defensa, un paradigma de desestimación o ignorancia de lo que acontece en su entorno, saliendo permanentemente con explicaciones que suelen percibirse como retóricas, demagógicas o populistas, edificando paso a paso su propia verdad, desestimando y desconociendo tantos hechos fácticos, catapultando por el contrario su versión de hechos en donde se presenta como víctima y prócer a la vez. Por ejemplo, en casos asociados a su íntima personalidad como probable adicción a las drogas, de los que es objeto de censura; o, en insospechados secretos que le tenga su ministro Benedeti, o, tal vez aquellos que los militantes del Pacto Histórico, ahora distanciados de su gobierno; también hombres como el propio Gustavo Bolívar, quien dice que ama al presidente, pero que, al momento de no ser ungido con la preferencia del líder natural del movimiento para ser candidato a la presidencia; cualquiera de ellos,  es muy posible que en un momento indeterminado, le saque al presidente sus, trapitos al sol.

Ahora bien, si se da crédito a la versión del presidente en términos de que nada de lo que dicen de él ha ocurrido, seguirá estando tranquilo como se muestra hoy cuando detenta el poder. No obstante, si resultase cierto que consume droga a altas horas de la noche o la madrugada; si es cierto que en un viaje oficial a Paris se perdió dos días para perderse en la excitación de una fiesta de blancos y arrobadores polvos, por más que tales momentos de placidez, seguramente a los que cualquier ser humano tiene derecho, y, de los que un jefe de Estado debería cohibirse, hayan surgido en la intimidad suya, es plausible considerar que alguien, habrá hecho un video, una grabación de audio, una fotografía, y en cualquier oportunidad se olvidará de la lealtad o de su deber de servidor de confianza, o de parner en el idealismo de izquierda, y resolverá divulgar registros que herirán la memoria del exgobernante, la imagen del político, lastimará su emociones.

Entre tanto, el mandatario sigue seguro; eso sí, como se lo dijo a Juanpis: No apaguen las luces porque se entran los murciélagos.

Sin embargo,  no hay nada oculto bajo el sol; solo sombras que disimulan la realidad.

Tal vez te gustaría leer esto