Por: EDWIN FERNANDO PISSO ESCALANTE
El año 2024 marca un momento crucial para Colombia con la implementación de la Ley 2232 de 2022, que busca abordar uno de los problemas ambientales más apremiantes del siglo XXI: la contaminación por plásticos de un solo uso. Esta normativa pretende una sustitución progresiva de productos plásticos que han demostrado ser perjudiciales tanto para el medio ambiente como para la salud pública. Sin embargo, al mirar hacia atrás en este primer año desde su entrada en vigencia, es importante evaluar tanto sus logros como los retos que aún deben enfrentarse.
De acuerdo con el gremio ACOPLASTICOS, la implementación de esta ley ha presentado vacíos significativos, especialmente en lo que respecta a la reglamentación de productos biodegradables y compostables. La falta de una política clara sobre la adaptación laboral y la reconversión industrial también plantea un desafío adicional. Es fundamental entender que la transición hacia alternativas sostenibles no solo involucra a los consumidores, sino que también requiere el compromiso de la industria y del gobierno para facilitar este cambio.
Uno de los indicadores más alentadores hasta ahora ha sido la significativa reducción en el uso de bolsas plásticas. Según cifras recientes, el recaudo del impuesto sobre estas bolsas entre julio de 2024 y febrero de 2025 alcanzó los 15.565 millones de pesos, representando una disminución del 58,2% en comparación con el mismo periodo del año anterior. En términos de unidades, se han dejado de usar 232 millones de bolsas, lo que equivale a una caída del 61,7% en el uso de bolsas plásticas en mercados formales. Este descenso es un claro reflejo de la respuesta positiva del público ante la conciencia ambiental creciente y las nuevas regulaciones. Sin embargo, esto también plantea la pregunta: ¿estamos realmente preparados para sustituir estos productos por alternativas efectivas?
Desde el 7 de julio de 2024, un primer grupo de productos debe ser sustituido por alternativas sostenibles, que incluyen bolsas de punto de pago, bolsas para lavanderías, rollitos de bolsas vacías, pitillos, mezcladores, copitos y palillos para globos. Si bien la ley ha sido un paso en la dirección correcta, es preocupante que aún se desconozcan los resultados de las acciones de vigilancia de las autoridades en relación con el cumplimiento de la norma. La eficacia de cualquier legislación radica en su capacidad para ser vigilada y aplicada de manera efectiva. Sin esta supervisión, corremos el riesgo de que la ley quede como un mero enunciado sin que sus objetivos reales sean alcanzados.
Es evidente que estamos en una etapa de transición, y aunque los avances son prometedores, existen desafíos significativos que deben ser abordados. El camino hacia un futuro más sostenible está lleno de obstáculos, pero también de oportunidades. La colaboración entre el sector público y privado, así como la participación activa de la ciudadanía, serán esenciales para asegurar que la Ley de Plásticos de un Solo Uso cumpla con sus objetivos.
