Por: Felipe Rodríguez EspinelLa economía colombiana atraviesa un momento que nos invita a reflexionar. Observo con particular atención cómo nuestro país mantiene su capacidad de resistir ante la adversidad, pero también de oportunidades perdidas que podrían haber acelerado la recuperación económica del país.Cuando miramos las cifras de crecimiento proyectadas para 2025, nos encontramos ante una realidad que merece nuestra atención pues Colombia está creciendo por debajo de sus vecinos latinoamericanos. Esta situación nos lleva a preguntarnos: ¿qué está faltando en nuestra economía?La respuesta se encuentra en la ausencia de un motor claro de crecimiento. Si echamos la vista atrás, nuestra economía siempre ha encontrado impulso en grandes proyectos o sectores específicos, vivimos la era de la industrialización, experimentamos el auge energético, nos beneficiamos de la apertura comercial y, más recientemente, vimos el impacto positivo de las carreteras 4G. Sin embargo, al mirar hacia 2025, no encontramos ese proyecto transformador que necesitamos.En medio de este panorama, encontramos buenas noticias en el frente inflacionario. El Banco de la República ha logrado domar la inflación, que se espera reduzca aún más en 2025. Este logro ha permitido comenzar a bajar las tasas de interés, aunque los beneficios de estas medidas están tardando en llegar a los bolsillos de los colombianos.Resulta preocupante ver cómo algunos sectores de nuestra economía avanzan a velocidades muy diferentes. Mientras el campo y las actividades culturales muestran un dinamismo notable, nuestra industria manufacturera sigue en números rojos. Esta disparidad nos señala que la recuperación económica no está beneficiando a todos por igual.Las finanzas públicas también nos presentan retos importantes. Los ingresos del gobierno han sido menores a lo esperado, lo que ha obligado a ajustar el gasto público para cumplir con las metas fiscales. Esta situación limita la capacidad del Estado para impulsar la economía cuando más lo necesitamos. Por otro lado, el comportamiento del dólar, al que los expertos sitúan entre 4,300 y 4,700 pesos para 2025, refleja las presiones que enfrenta nuestra moneda. La posible victoria de Donald Trump en Estados Unidos y sus políticas proteccionistas podrían generar nuevas tensiones en el mercado cambiario.Mirando hacia adelante, nuestro principal desafío será encontrar nuevas fuentes de crecimiento. Si bien es positivo ver que los colombianos están recuperando su capacidad de consumo, esto no será suficiente para alcanzar los niveles de crecimiento que necesitamos. Es fundamental desarrollar una estrategia que combine inversión pública y privada, mejore nuestra productividad y diversifique la economía.El 2025 se perfila como un año de transición, con un crecimiento moderado pero insuficiente para las necesidades de desarrollo del país. La clave estará en la capacidad del gobierno y el sector privado para trabajar conjuntamente en la identificación y desarrollo de nuevos motores de crecimiento que permitan a Colombia recuperar su dinamismo económico histórico. Nuestra economía necesita más que una recuperación gradual; requiere una transformación profunda que la prepare para los retos del futuro.








