Por: Harold Salamanca
Los efectos devastadores del cáncer no terminan en el diagnóstico ni en el tratamiento. Existe una carga oculta que impacta profundamente a los pacientes y sus familias: el costo económico de la enfermedad. La reciente publicación de la Unión Internacional contra el Cáncer (UICC) y el estudio de la Sociedad Canadiense del Cáncer exponen una realidad alarmante: el cáncer no solo es una batalla contra la enfermedad, sino contra la pobreza, el desempleo y la deuda.
Esta dura realidad también ha sido ampliamente documentada por el equipo jurídico de la Fundación Salbo, que ha identificado situaciones críticas que deben ser atendidas con urgencia. Mujeres cabeza de hogar enfrentan un dilema desgarrador: continuar su tratamiento para salvar su vida o renunciar a él para no dejar a sus hijos en la indigencia. Padres de niños con cáncer se ven obligados a abandonar sus empleos porque las licencias médicas en muchos países no cubren la duración total del tratamiento. Mientras tanto, los bancos, implacables en su estrategia de cobro, no ofrecen tregua a quienes luchan contra esta enfermedad.
En Canadá, los pacientes asumen en promedio 33,000 dólares canadienses en costos no cubiertos por el sistema de salud. En Colombia, aunque se ha aprobado la Ley del Olvido Oncológico, que impide la discriminación financiera de personas que han superado el cáncer, aún estamos lejos de una solución integral. Las aseguradoras deben repensar sus pólizas para que cubran las obligaciones de las personas diagnosticadas con cáncer en vida, y no solo cuando fallecen.
La pregunta es inevitable: ¿qué tipo de sociedad queremos ser? La carga económica del cáncer no es solo un problema individual, sino un desafío colectivo que exige respuestas estructurales. Necesitamos una política pública que garantice un trato digno a los pacientes que enfrentan duras batallas contra el cáncer y sus familias. El equipo jurídico de la Fundación Salbo viene realizando un trabajo de investigación para identificar reformas urgentes: desde la ampliación de licencias laborales y cobertura de tratamientos hasta la regulación del sector financiero para evitar el acoso a deudores oncológicos.
No podemos permitir que el cáncer mate por partida doble: primero el cuerpo, y luego la dignidad financiera de quienes lo padecen. Es momento de actuar con visión, empatía y compromiso. hsalamanca@fundacionsalbo.org








