Harold Salamanca
Para 2050, el gasto en salud en América Latina se duplicará, alcanzando el 10,6 % del PIB regional, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En ese escenario de alta presión fiscal, el cáncer de cuello uterino nos plantea una disyuntiva urgente: ¿seremos testigos pasivos del gasto en atención tardía, o líderes de una transformación inteligente hacia la prevención efectiva?En Colombia, esta enfermedad sigue siendo una de las principales causas de muerte prevenible en mujeres.
La evidencia es contundente: una dosis de vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) cuesta menos de 60 dólares americanos y ofrece protección de por vida, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En contraste, tratar un caso avanzado tiene un costo aproximado de 5.114 dólares americanos por paciente, según estudio del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) equivalente a unos 20 millones de pesos colombianos en promedio.
Desde el punto de vista técnico, financiero y ético, la prevención ya no es una opción, es una obligación estructural. El desafío no es solo sanitario: es de diseño institucional. El informe del BID enfatiza que el modelo actual es insostenible. Las enfermedades prevenibles, como el cáncer cervical, representan hoy una oportunidad crítica para redirigir recursos, fortalecer sistemas de datos y redefinir prioridades de política pública.Se requiere un liderazgo que mire a 25 años: i) integrar plataformas inteligentes como el SIIFA-IHCE para monitoreo en tiempo real; ii) diseñar estrategias costo-efectivas basadas en evidencia local; iii) priorizar la salud femenina en la agenda fiscal y legislativa; iv) romper la inequidad territorial y la fragmentación operativa.
La estrategia 90-70-90 de la OMS es un ideal alcanzable; es una meta que Colombia puede cumplir antes del plazo estimado. Pero solo lo lograremos si dejamos hacer más de lo mismo.Este easunto más allá de un acto médico aislado: es una causa de país, una deuda histórica con las mujeres invisibles para el sistema. Si cambiamos el enfoque hacia la prevención, educación y protección oportuna, el cáncer cervical dejará de ser carga y se convertirá en triunfo del presente.Finalmente, este reto nos exige asumir una visión intergeneracional. Si hoy invertimos en prevención y estructura institucional, estaremos dejando un legado de salud, justicia y dignidad para generaciones futuras.
En ese propósito radica la verdadera innovación: una transformación que comienza con decisión y estrategia nacional. Hsalamanca@fundacionsalbo.org – Líder en salud pública y defensor global del control del cáncer








