El acto de salvajismo contra la ciudadanía inerme de La Plata es demencial. Un atentado contra la sociedad civil causado por delincuentes comunes que apelan al terror para tratar de arrinconar al estado que nos representa. Es desde todo punto de vista inaceptable. Sería, de hacerlo, renunciar al orden político y social que hemos construido los colombianos en décadas de esfuerzos y sacrificios.
Son construcciones logradas por generaciones enteras que, acertando unas veces y fracasando otras, hemos ido avanzando hacia una sociedad democrática, que busca la igualdad de oportunidades con una mayor inclusión en derechos básicos como la educación, la salud, el trabajo, el desarrollo empresarial, la vivienda, etc.
Falta mucho. Pero negar que la Colombia de la tercera década del siglo XXI es mejor que la de hace 50 o 100 años, sería faltarles al respeto a nuestros antepasados. Yo me siento orgulloso de mis padres, de mis abuelos, de mis tatarabuelos…, y de sus contemporáneos que venciendo primero la naturaleza y, luego las desigualdades propias de una sociedad en construcción nos condujeron con mano firme hasta el presente.
Echar por la borda lo construido sería una soberana estupidez. Contentarnos con lo que tenemos sería el colmo de la falta de ambición.
Volviendo al tema, la violencia absurda no conduce a nada bueno. Solo causa destrucción y dolor. Sobre todo, de los más humildes. De los que desprevenidamente son las víctimas de actos bárbaros como el del jueves de semana santa. Dos jóvenes con vidas sanas y prometedoras para su familia cuyas vidas fueron truncadas, y decenas de heridos, a más de la zozobra general de la población.
En el país ha hecho carrera la tesis de que “enfrentamos un conflicto interno” por lo cual la “búsqueda de la paz” es el objetivo por alcanzar. Negar que vivimos en una turbulencia de violencia que tiene distintas causas sería ir contra lo evidente. Pero, no señalar que los grupos violentos están vinculados a negocios ilícitos: narcotráfico, minería ilegal, contrabando…, es no enfocar su verdadera naturaleza.
Hechos como estos no se pueden aceptar. Exigimos a las autoridades elegidas, especialmente del nivel nacional, encargadas de velar por la integridad y seguridad de los ciudadanos la persecución y destrucción de las bandas criminales que a nombre de lo que sea, hacen daño grave a los ciudadanos. Hay que aplicarles todo el peso de la ley. De verdad, no de palabra. Haya que hacer lo que se debe hacer: aplicar la fuerza del estado de manera contundente.
Las fuerzas militares, de policía, la fiscalía, la justicia, los gobiernos locales, regional y nacional con la comunidad toda nos debemos proponer encontrar a los responsables y castigarlos. No hay otra forma de reivindicar a los hermanos Trujillo Peña, ni a los heridos, ni a la comunidad plateña.
Neiva, 21 de abril de 2025








