El pasado mes de abril España sufrió uno de los mayores apagones energéticos en su historia, dejando a cerca de 55 millones de habitantes sin luz durante más de 12 horas, y en consecuencia, paralizando la mayoría de sus sistemas principales como los medios de transporte, los hospitales, las telecomunicaciones y anulando operativamente a millones de comercios.
Una de las cosas que me dejó vivir cerca de 7 años en España fue el reflejo del pasado 28 de abril, cuando a través de las redes sociales de mis amigos pude evidenciar la reacción genuina de sus habitantes frente a este apagón. Caos, compras de pánico, frustración, impotencia, y llamados a reforzar la infraestructura energética española.
Y mientras todo esto pasaba, reflexionaba: Hoy que mis amigos pierden la cabeza por un día sin electricidad, qué pasaría si tuviesen que enfrentar la realidad rural de Colombia, donde más de 8 millones de colombianos viven en pobreza energética, con acceso limitado e incluso nulo a la electricidad. En regiones como Vichada y La Guajira, hasta el 68% de las sedes educativas carecen de electricidad, afectando gravemente la educación y las oportunidades de los más jóvenes. Justo hace unos meses, visitando Caño Cristales, evidencié de primera mano cómo la falta de energía y telecomunicaciones afecta en gran medida el futuro de los más jóvenes de la Sierra de la Macarena.
En zonas como Sipí, Chocó, la electricidad solo está disponible 5 horas al día, y esto imposibilita el funcionamiento de las pocas escuelas y centros de salud. La falta de energía impide el almacenamiento de medicamentos que en estas zonas son incluso aún más necesarios según los centros de estadística, y lo mismo sucede con el uso de equipos médicos y el acceso a tecnologías educativas, perpetuando el ciclo de la pobreza en zonas que dependen únicamente de estas vías para mejorar su calidad de vida, tras las promesas incumplidas por los políticos que en campaña les prometen que, si los eligen, en los próximos 4 años van a empezar a vivir sabroso.
El contraste que deja esta comparativa para mí es verdaderamente triste, mientras en España un apagón de horas genera una crisis nacional y resuena en todos los medios del mundo, en Colombia millones enfrentan apagones diarios sin que se genere una sola nota en los medios nacionales.
Creo que es hora de que Colombia priorice la electrificación rural como una política de Estado que no solo se queden en promesas populistas para las campañas electorales, sino que se transforme en acciones e inversiones contundentes. Entendiendo que el acceso a la energía es un derecho fundamental y una condición necesaria para el desarrollo equitativo, la cooperación internacional es un gran aliado para mejorar la seguridad energética de nuestras comunidades más vulneradas, y estoy seguro que países como Japón, Suiza y Alemania podrían apoyarnos en la ejecución de un macroproyecto que se centre en la solución de esta crisis.
Solo así, más que prometiendo, actuando e invirtiendo, podremos reducir la brecha que mantiene a regiones enteras del país en la oscuridad, tanto literal como figurativamente hablando.
Con el aroma de un café Entorno, los saludo,
Santiago Ospina López
