Ruber Bustos Ramírez
Soy un pequeño caficultor. He tenido la suerte de aprovechar oportunidades, pero sigo siendo eso: un caficultor que madruga cada día para sacar adelante mi finca, mi cultivo y mi familia, así como tantos otros en el Huila y en todo el país. Por eso, ver cómo las tensiones diplomáticas entre Colombia y Estados Unidos amenazan con golpear aún más nuestra economía rural me preocupa profundamente.
En los últimos días, hemos sido testigos de un cruce de palabras y posturas entre los presidentes de ambos países. Lo que debería ser un diálogo respetuoso para fortalecer relaciones comerciales, parece haberse convertido en una pelea de egos. Y aquí estamos nosotros, los pequeños productores, en el medio de esa tormenta. ¿Quién piensa en el impacto real que tendría un arancel al café que exportamos?
No somos solo cifras. Somos familias que dependen de un mercado exterior para sostenernos. El café colombiano, reconocido mundialmente, no se produce en oficinas ni en cumbres políticas; nace en las laderas, en manos de campesinos que a veces ni siquiera tienen acceso a agua potable. Si hoy nos cierran mercados o encarecen nuestros productos, el golpe será brutal, no solo para nosotros los caficultores, sino también para los floricultores, los piscicultores, fruticolas, y todos los que vivimos del campo.
No puedo evitar sentir que los líderes, en lugar de dialogar, están más preocupados por ganar debates que por construir soluciones. Pero aquí no se trata de bandos políticos. Se trata de entender que estas decisiones afectan vidas reales. ¿Dónde está la diplomacia? ¿Dónde está el compromiso de gobernar pensando en el bienestar de los más vulnerables?
Como caficultor, pido mesura. Que se alejen del ruido y se acerquen al diálogo. Que piensen en el impacto que estas decisiones tienen para quienes, como yo, trabajamos la tierra y sostenemos gran parte de la economía del país. Esto no es un juego de palabras ni de posturas; es la vida de miles de colombianos.
Y mientras tanto, nosotros seguimos madrugando, porque no podemos darnos el lujo de esperar, mientras otros duermen y postean.








