En las épocas reorganización del comercio mundial como la que vivimos hoy, las tensiones entre potencias afectan a miles de industrias ajenas a los países involucrados. Este es el caso del café de Colombia.
Para quienes cultivamos, procesamos o comercializamos café en Colombia, estas disputas lejanas tienen consecuencias directas en nuestras operaciones. Y por estos días de volatilidad en el mercado, lo estamos sintiendo más que nunca.
Tras dos años al alza, desde hace unos meses el precio internacional del café empezó a mostrar una tendencia bajista debido a múltiples factores, entre ellos el aumento en la producción países clave como Brasil y Vietnam y ciertos movimientos especulativos en los mercados financieros. Pero la semana pasada, un nuevo factor llegó para aumentar nuevamente la incertidumbre de precios: las tensiones comerciales entre Brasil y Estados Unidos.
Aunque los detalles técnicos de esta disputa no siempre son fáciles de seguir porque involucran temas de agendas políticas como subsidios, barreras arancelarias y disputas por políticas ambientales, su efecto inmediato se ha reflejado en el mercado del café aumentando la volatilidad de los precios desde finales de la semana pasada, elevando casi 300 mil pesos la carga nacional.
Brasil, que es el mayor productor mundial de café, se ha visto enfrentado políticamente con el gigante americano y en la disputa han entrado capítulos como sus prácticas agrícolas y políticas de exportación. En respuesta, el mercado ha reaccionado con nerviosismo ante una posible disminución de la oferta, elevando temporalmente los precios del commodity en la bolsa de Nueva York.
Para algunos esto podría parecer una buena noticia porque el precio sube, y por ende sus ingresos. Pero quienes nos especializamos en las dinámicas del mercado entendemos que este tipo de alzas repentinas no suelen ser sostenibles y afectan nuestras proyecciones. Es importante entender que lo que estamos viendo esta semana no es una recuperación de los técnicos y fundamentales que afectan al precio del café, sino un rebote condicionado por factores externos inestables. Y mientras tanto, la incertidumbre vuelve a instalarse en los campos cafeteros de Colombia, porque todos queremos comprar o vender al mejor precio posible.
La magnitud de Brasil en el mercado global del café significa que cualquier cambio en su política de exportaciones o en su relación con compradores clave, como lo es Estados Unidos, puede alterar significativamente el equilibrio de oferta y demanda internacional. Si Brasil decide retener producto, los precios podrían subir en el corto plazo, pero si por el contrario acelera sus exportaciones para evitar nuevas restricciones, podríamos ver una nueva caída. Y al ser Brasil el mayor productor, siempre marcará la pauta de todos los demás países cafeteros como Colombia que, sin mucho margen de maniobra, solo le queda adaptarse y surfear la ola que esto genere.
Y este es el verdadero escenario preocupante, que la falta de control que tienen los países productores como el nuestro nos hacen invisibles en la participación de estas variables externas. A pesar de producir uno de los cafés más apreciados del mundo y de lo importante que es la industria para nuestro país, nuestras condiciones de negociación siguen siendo débiles frente a movimientos políticos y comerciales que se dan lejos de nuestras fronteras.
¿Qué podemos hacer entonces?
No mucho, lastimosamente. La mejor estrategia posible ya la ejecuta la Federación Nacional de Cafeteros, y es seguir promoviendo en los mercados extranjeros el valor agregado del café colombiano, como los cafés de especialidad, con trazabilidad, diferenciados por su calidad y sostenibilidad. Y tras identificar empresas sólidas que sepan maniobrar estas tormentas, es deber del Gobierno, el MINTIC, Procolombia y la misma Federación fortalecer el acceso a herramientas de cobertura financiera que permitan protegerse frente a estos vaivenes de los precios.
Esta semana discutía con la Cámara de Comercio del Huila sobre la importancia de estas herramientas para nuestra industria local y cómo la falta de información precisa en estos tiempos de volatilidad va a llevar a muchos agentes del sector a la quiebra. Fue de mi agrado ver que, pese a ser una región emergente, la institucionalidad de la región ya entiende la necesidad de estas herramientas y su beneficio para todos los agentes de la industria cafetera colombiana y huilense.
La coyuntura entre Brasil y Estados Unidos nos recuerda que la industria cafetera debe fortalecerse como unidad y poder navegar la turbulencia con barcos más sólidos. El café colombiano tiene más historia, cultura y calidad que el brasileño. Pero para que ese valor se traduzca en bienestar para las familias cafeteras y los diferentes agentes de la industria, necesitamos más inversión en información oportuna y políticas públicas que potencien nuestra competitividad.
Con el aroma de un café 100% colombiano, los saludo,
Santiago Ospina López.








