Diario del Huila

Despedir a un amigo: en memoria de Diego Muñoz Marroquín

Nov 12, 2025

Diario del Huila Inicio 5 Opinión 5 Despedir a un amigo: en memoria de Diego Muñoz Marroquín

ALFREDO VARGAS ORTIZ

Abogado, Universidad Surcolombiana
Doctor en Derecho, Universidad Nacional de Colombia

No todos los días nos toca pasar por la penosa situación de despedir a un amigo, sobre todo cuando ello ocurre de manera imprevista, y cuando, escasos días antes, habíamos hablado para concretar esas largas y dichosas reuniones en las que solíamos conversar sobre nuestras familias y la vida política de este país.

A Diego lo conocí hace ya varios años, cuando el profesor Sergio Fajardo se unió con el profesor Antanas Mockus para aspirar a la Presidencia. En ese entonces, yo me desempeñaba como gerente de la campaña, y allí conocí a nuestro amigo común, el exalcalde y hoy diputado Rodrigo Lara Sánchez. Muchas de nuestras conversaciones giraban en torno al devenir de la política local, departamental y nacional, y siempre estuvo sobre la mesa la necesidad de promover nuevos liderazgos en esta tierra opita maravillosa, a la que él —como yo— siempre profesó un profundo amor.

Hablar con Diego era una experiencia grata: siempre paciente, amable y dispuesto a escuchar y dialogar sin ningún afán. Mi esposa me recordaba ahora, mientras lo evocamos, aquellas largas noches de reflexión sobre los pasos a seguir para lograr que nuestra ciudad avanzara. Él siempre tuvo las puertas de su casa abiertas, especialmente en Rivera, donde acogía reuniones de campaña, agasajos con los equipos de trabajo, y encuentros en los que impulsaba a sus pupilos a aprender de los más experimentados y a prepararse para gobernar la ciudad, el departamento y el país.

Su paso por la política, acompañando a Rodrigo, fue admirable: gestionó con gran habilidad los recursos de la campaña a la Alcaldía de Neiva y contribuyó a consolidar los equipos de trabajo que hicieron posible una gestión importante para nuestra ciudad.

Cuando decidió participar en política, no tras bambalinas sino como candidato al Senado, demostró su compromiso y valentía. Su amplia experiencia en el ámbito jurídico lo habría convertido en un excelente senador; sin embargo, como solíamos bromear en nuestras conversaciones, yo le decía que este país aún no estaba preparado para merecerlo.

Diego nos deja un gran legado. Quienes permanecemos no podemos ser inferiores a su compromiso con la causa. Debemos seguir persistiendo en la construcción de un país diferente, donde primen el mérito, la transparencia, la pedagogía y la cultura como verdaderos motores de transformación social. Como él decía, debemos hacer de la propiedad intelectual nuestro principal patrimonio.

En el funeral tuve la oportunidad de escuchar a sus hijas, dignas de un padre amoroso y dedicado. Eran su luz, su mayor orgullo, y su sueño era verlas felices, eso sí, siempre ayudando a los demás. Fui testigo también de su amor hacia su madre, Mita, y hacia su amada esposa Arlet, con quien fue siempre un hombre pleno y feliz: su polo a tierra, su compañera de vida, su amor infinito.

Estén tranquilas y tranquilos todos. Diego ha partido pronto, pero seguramente nos mira desde el cielo, que bien merecido lo tiene. Abrazo eterno, mi hermano.

Tal vez te gustaría leer esto