Diario del Huila

Desbalance de las fiestas

Jul 5, 2025

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Por: Amadeo González Triviño

Ha finalizado la temporada sampedrina y comienzan a normalizarse los desplazamientos urbanos, pareciera que poco a poco, vamos regresamos al mundo de lo cotidiano, donde todo parece detenerse, y es el momento para hacer un balance de lo que otrora se denominó ese proceso de esparcimiento y de folclor, tan venido a menos, o mejor, tan olvidado en nuestra región.

Desde la capital del Departamento se suman críticas y rechazos a la forma de organización del evento departamental y nacional del Bambuco, y si por allá llueve, acá en la provincia, es triste, desolador y por qué no, lamentable la forma como se vive el ciclo de un mes de preparación y desarrollo de la época de libación, de desorden, de pérdida de identidad y sobre todo, del ejercicio de lo que es la sinrazón de las tradiciones, por cuanto, los espectáculos que nos corresponde presenciar, son deprimentes y en nada contribuyen a la formación y el rescate de nuestra identidad.

Estas fiestas en los pueblos, son parte de ese espectáculo que aprovecha la administración pública, para saciar un apetito desmedido por hacer realidad ese viejo lema que tanto hemos evocado de los tiempos romanos, cuando se pregonaba que había que brindarles a las colectividades “pan y circo”, para que permanecieran adormilados en la subyugación y en la forma de mancillarle sus recursos y sus derechos.

Son tan folclóricos nuestros dirigentes, que se aprovechan las festividades para hacer y deshacer de los recursos del presupuesto municipal y comprometer vigencias futuras, sin decirlo, sin hacer aspavientos y con cortinas de humo, que no alcanzan a enceguecer a todos, pero que traerá consecuencias funestas para los habitantes de nuestra región.

Amén de lo anterior, hacemos un llamado para que entendamos que nunca es tarde para reconocer que las festividades de las cosechas, que se celebran con ocasión del solsticio de verano, tienen como objetivo momentos de esparcimiento y de reconocimiento de nuestra propia cultura, donde las tradiciones, la música, las rajaleñas, la alimentación, y las danzas o bailes típicos, se dan cita, con respeto al otro y reconociendo los valores y las enseñanzas que se han heredado, de tal forma que es hora de volver a lo nuestro, y erradicar esa pantomima que utilizan nuestros dirigentes, para establecer hasta palcos en las estrechas calles e incomodar e impedir la libre circulación de los habitantes, con resoluciones que no se difunden y que generan caos y desestimulan el respeto y el acatamiento a las decisiones de nuestros gobernantes, por cuanto detrás de todo eso, hay un ambicioso perfil económico, para beneficio de unos pocos o para encubrir la manipulación de recursos oficiales.

Nos preguntamos con preocupación, cómo es posible que muchas personas que hacen una inversión para utilizar las prendas típicas, que se preparan para las comparsas, durante un largo periodo del tiempo, vengan con la esperanza de compartir con sus allegados, amigos y conocidos, y no puedan disfrutar esos momentos, por la aparición de la harina, las espumas y sobre todo, por la invasión de los espacios cuando se hacen las muestras folclóricas que se han preparado para la ocasión o por la forma como irrumpen los delincuentes y borrachos y toda esa pandemia de la irresponsabilidad que campea por todos lados y menoscaba la integridad personal y el respeto ciudadano.

En síntesis, estas fiestas administradas como sucedió este año, nos enseñan cómo no se debe confiar en los encargados de su organización y su diseño y que cuando rindan cuentas, no dejen los interrogantes económicos, que todos estamos acostumbrados a conocer…

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