El Gobierno Nacional declaró hace unas semanas la emergencia sanitaria ante la circulación activa del virus de la fiebre amarilla. Sin embargo, la alarma de las autoridades de salud no es solo por esta infección: Colombia vive el peor brote de dengue desde el 2023; desde entonces ya se han reportado 532,595 infecciones por dengue y 402 muertes confirmadas. Durante las primeras 25 semanas del 2025, ya se han reportado 81 mil casos, 55 muertes confirmadas por dengue y 66 aún en estudio.
Del total de casos de dengue en el año, el 36 % de los casos han necesitado hospitalización, y 804 casos han sido dengue grave (daño de órganos, hemorragias severas).
Aunque actualmente no se han reportado casos por fiebre amarilla de origen urbano (sólo de origen selvático), la de origen urbano es la que se asocia con mayores brotes. Lo que muchos no saben es que estas dos enfermedades, la fiebre amarilla de origen urbano y el dengue, pueden ser transmitidas por un mismo mosquito, de apenas unos milímetros, y que está presente en casi todos los países del hemisferio (excepto Canadá y Chile continental):
El Aedes Aegypti. “El Aedes Aegypti es pequeño, pero peligroso. Al tener en común el mismo vector, el dengue y la fiebre amarilla pueden prevenirse con las mismas acciones contra la proliferación del mosquito, como evitar la recolección de agua al aire libre (en macetas, botellas u otros recipientes) y realizar el lavado constante de tanques de almacenamiento; e incentivar el uso de repelentes, toldillos y ropa que cubra la mayor parte del cuerpo para evitar picaduras”, dice Ana Cristina Ochoa, directora médica de Takeda.
“Además es importante saber que el dengue -así como la fiebre amarilla- es una enfermedad inmunológicamente prevenible a través de vacunación, la cual está recomendada para niños a partir de los 4 años y hasta en adultos de 60, por lo que es una de las opciones de protección frente a esta enfermedad, que complementa las acciones de contención de la proliferación del mosquito”, agrega la experta.
En el caso del dengue, existen cuatro serotipos del virus, mientras que la fiebre amarilla es provocada por un solo tipo de virus. La fiebre amarilla suele ser difícil de distinguir de otras fiebres hemorrágicas virales como el dengue6. Ambas enfermedades, en gran parte de los casos, no experimentan síntomas. Pero cuando estos se dan, inicialmente las personas pueden sentir fiebre, malestar general y dolores corporales. Sin embargo, el dengue suele presentarse con fiebre alta, dolor muscular intenso, sarpullido y dolor detrás de los ojos7. Por su parte, la fiebre amarilla también causa fiebre y dolor de cabeza, pero se distingue del dengue por síntomas como escalofríos, vómitos y, en los casos más graves, ictericia (color amarillento en piel y ojos), debido a afectación del hígado. De ahí su nombre.
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Según el Ministerio de Salud9, la vacunación es la medida preventiva más importante para evitar el contagio con fiebre amarilla pues es segura, gratuita, asequible y ofrece una inmunidad efectiva 10 días después de su aplicación, en el 95% de las personas vacunadas.
“Por su parte, la vacuna contra el dengue es eficaz y segura en personas a las que les ha dado dengue y a las que nunca han estado expuestas al virus”, dice la doctora Ochoa. “La protección se da a partir de los 14 días después de la primera dosis y es importante tener en cuenta que debe aplicarse una segunda dosis a los tres meses”, agregó.
Las dos vacunas pueden ser suministradas simultáneamente, ya que los estudios demuestran que la administración conjunta no afecta ni la seguridad ni la eficacia de ninguna de ellas.
Los síntomas graves de las dos enfermedades pueden ser muy similares. El dengue puede empeorar y evolucionar hacia una forma grave (daño de órganos y/o hemorragia severa) que requiere atención médica urgente. En esos casos y cuando la fiebre baja o desaparece, el paciente puede manifestar dolor abdominal intenso, vómitos persistentes, respiración acelerada, sangrados en las encías o la nariz, en el vómito o en las heces, sed intensa, piel pálida y fría y/o cambios en el comportamiento. La fiebre amarilla, en su forma más grave puede generar problemas con muchos órganos, incluidos el corazón, el hígado y el riñón. También se pueden presentar trastornos hemorrágicos, convulsiones, coma y delirio.
“Ante estos síntomas, las personas deben recibir de inmediato atención hospitalaria, debido a que estas enfermedades pueden causar la muerte si no se atienden de manera oportuna. Ni el dengue ni la fiebre amarilla tienen tratamiento específico por esto la atención brindada se basa en soporte básico de hidratación, analgesia y prevenir complicaciones. De ahí la importancia de tener medidas de prevención tanto para la picadura del mosquito, como para atenuar los síntomas severos de las dos enfermedades mediante sus respectivas vacunas. La vacunación contra el dengue y la fiebre amarilla es crucial para poder fortalecer las acciones de control frente a las consecuencias de esta enfermedad”, concluyó la experta.
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