Diario del Huila

Del silencio cómplice al control necesario

Jun 3, 2025

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Por: Johan Steed Ortiz Fernández

En febrero denunciamos la inoperancia de una Contraloría Municipal que parecía más aliada del poder que vigilante del erario. Hoy, con nuevos informes en mano, se confirma que teníamos razón. Lo preocupante es que la administración Casagua está repitiendo los mismos errores que prometió corregir.

El 22 de febrero de 2024, en el recinto del Concejo de Neiva, denunciamos una verdad que durante años se había intentado maquillar: la Contraloría Municipal se había convertido en un espectador pasivo del deterioro financiero y administrativo del municipio. Ese día, en un debate de control político que realizamos al Contralor municipal al inicio de este nuevo periodo 2024–2027, recordamos las múltiples advertencias que hicimos durante el periodo anterior (2020–2023), cuando anticipamos el descalabro financiero que enfrentaría la ciudad, y el riesgo que correría Empresas Públicas de Neiva de una posible liquidación debido a las malas gerencias.

Fue inevitable reclamarle al contralor su silencio cómplice, porque ello permitió que el municipio perdiera su categoría fiscal. En esta oficina ubicada en el cuarto piso de la misma Alcaldía, reinó la omisión. Ese día le demostramos, con documentos, cifras y evidencia, la incoherencia entre la información que él presentaba y los resultados de la Auditoría de la Contaduría General de la Nación.

Junto a otros concejales, le solicitamos su renuncia. Además, aprobamos una proposición para ajustar su aumento salarial al 9,3% y no al 10,88% que propuso —paradójicamente— un concejal que se hace llamar de oposición, pero que de oposición solo tiene el nombre. Lo que quedó claro es que teníamos frente a nosotros a un contralor sin liderazgo, sin un equipo auditor robusto, y más preocupado por su imagen que por cumplir su deber constitucional de vigilar los recursos públicos del municipio y sus entidades descentralizadas.

Por eso ha cobrado fuerza el debate sobre la necesidad de eliminar las contralorías municipales y departamentales, muchas de las cuales han fracasado en su propósito de reducir la corrupción. Lejos de ser guardianes del erario, muchas terminan al servicio del gobernante de turno que facilitó su elección. Se vuelven contralores de bolsillo, cuyo sostenimiento cuesta más que sus resultados. Y aunque esa teoría tiene fundamento, también es cierto que entre más ojos vigilen los recursos públicos, más efectiva puede ser la transparencia. Lo importante es que esos ojos no estén cerrados ni comprados.

Desde esa convicción, creo en un Concejo que ejerza el control político no para felicitar funcionarios, sino para señalar errores, exigir correcciones y hacer seguimiento a las conclusiones para que los debates no se conviertan en simples anécdotas, sino en advertencias que prevengan el daño y propongan soluciones.

Unos meses después de ese debate, nos dimos cuenta de que el contralor municipal, tarde, pero al fin, conformó un equipo auditor más robusto y comenzó a entregar informes más detallados sobre la administración de Germán Casagua, ese mismo alcalde que prometía transparencia, eficiencia y recuperación institucional. Pero lo que revelan los informes de auditoría de gestión y resultados de la vigencia 2024 es todo lo contrario a lo que se dijo en campaña.

El informe de auditoría a la Administración Central dejó en evidencia falencias profundas en el control fiscal, debilidades en el cumplimiento de los planes de mejoramiento y deficiencias graves en la gestión contractual. Una administración con problemas estructurales que va acumulando errores con consecuencias serias para la ciudad.

En la ESE Carmen Emilia Ospina, el panorama es igual de preocupante: pagos sin justificación técnica, contratación directa sin los soportes requeridos, mal uso de los recursos destinados a inversión en salud y ausencia total de vigilancia efectiva. Un ejemplo puntual es el contrato con la firma Seguridad Sara Limitada, celebrado sin cumplir los requisitos legales. Lo advertimos en su momento, y ahora la Contraloría Municipal nos da la razón: la entidad intentó subsanar la falta presentando un certificado vigente de multas y sanciones, pero el ente de control dejó claro que eso no corregía el incumplimiento durante la celebración del contrato. La violación de los principios constitucionales y rectores de la contratación es evidente. Señor alcalde, por mucho que lo intenten maquillar, no es cierto que esto “se puede subsanar en cualquier momento”. Los pliegos son de obligatorio cumplimiento. Más preocupante aún es la renuncia del gerente y la subgerente de la ESE, lo que podría ser una señal de cansancio frente al manoseo del tristemente célebre “hombre del maletín”, que no respeta el profesionalismo ni la autonomía de los funcionarios.

Y en Empresas Públicas de Neiva, los hallazgos son simplemente demoledores: falta de planeación financiera, errores contables, 10 hallazgos administrativos, 8 con incidencia fiscal y 1 disciplinario. A esto se suma la sanción por ignorar las quejas de los usuarios, así como decisiones arbitrarias como el cambio masivo de medidores sin estudios técnicos. Todo esto en una empresa sin una ruta clara de salvamento, mientras su gerente —acompañado por la sombra que lo rodea— anuncia con bombos y platillos unas supuestas utilidades por más de $8.000 millones, que serán entregadas al municipio para “proyectos estratégicos”. ¿Por qué no reinvertir esos recursos en lo que realmente se necesita? En redes, en plantas, en cobertura y operación. La misión de Empresas Públicas es garantizar servicios eficientes, sostenibles y de calidad, no financiar campañas disfrazadas de desarrollo.

Contralor, el tiempo es el mejor juez. Tal vez usted ha interpretado nuestras críticas como personales. Pero no lo son. Lo único que hemos hecho es cumplir con nuestras funciones, con argumentos técnicos, jurídicos y financieros, para proteger los recursos de todos los neivanos. Por eso, también reconozco —como lo dije en el Concejo— que valoro el hecho de que su despacho haya empezado a actuar. Porque cuando se hace el control como debe ser, Neiva gana.

Neiva no necesita más cómplices silenciosos ni opositores de rodillas. Necesita instituciones que respondan, que enfrenten los problemas con decisión y trabajen de verdad por el bien común. En eso seguiremos insistiendo.

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