Desde que asumió la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump, se empezaron a generar grandes trasformaciones en la geopolítica mundial. Este país, es el mayor socio comercial de Colombia, cuya canasta exportadora representó el 32,4% el año anterior. Por tal motivo debemos mantener unas buenas relaciones comerciales entre los dos países. Cualquier provocación puede ocasionar nefastas consecuencias para la economía colombiana, como las que se presentaron el pasado 1 de febrero cuando en un trino a las 3 de la madrugada, el presidente Petro negó la entrada de dos aviones norteamericanos que transportaban a migrantes colombianos que residían ilegalmente en el país del norte. Esta torpe decisión provocó el anuncio de drásticas sanciones arancelarias y diplomáticas, que generarían un desplome automático de toda expectativa de crecimiento económico de esta Nación. Afortunadamente la intervención oportuna del expresidente Alvaro Uribe Vélez ante las instancias norteamericanas, salvó la patria.
Pero nuevamente, el presidente Gustavo Petro Urrego, viajó a la China el domingo anterior para participar en dos eventos: el desarrollo de la cumbre Celac-China y la adhesión a la ruta de la seda, que es la alianza liderada por China para tratar de replicar las rutas de comercio que conectaron a China y Europa durante siglos. Esta es la mayor afrenta comercial contra el principal socio que tiene Colombia. Así los sectores políticos afectos al ejecutivo respalden tal esperpento, se espera en las próximas horas duras respuestas contra la política exterior de nuestro país. Esto no es un juego. Con Estados Unidos se debe respetar la tradición histórica que se ha mantenido durante las últimas décadas. Están en juego las exportaciones nacionales hacia Norteamérica. Solo la canasta exportadora con China solo representó el 4,7% de total de las exportaciones colombianas.
La posibilidad de que Colombia se adhiera a las Nuevas Rutas de la Seda contiene también un mensaje implícito a Estados Unidos, país que, a la vez que iniciaba una guerra comercial global sin precedentes, ha comenzado a presionar a los países latinoamericanos para que se alejen de China y abandonen proyectos como ese, algo que ya hizo Panamá este año. Actualmente Colombia presenta un déficit comercial de 14 mil millones de dólares. Colombia exportó a China en 2024 productos por valor de 2.377 millones de dólares, mientras que importó 15.936 millones de dólares. Existe una mayúscula preocupación de los empresarios colombianos por las implicaciones nefastas que se tendría en la estructura productiva del país, con el consecuente aumento de precios y del desempleo. El presidente debe manejar estos asuntos de Estado, con manos seda. Se debe olvidar de los sesgos ideológicos y los odios partidistas con el fin de tomar decisiones coherentes con las nuevas tendencias del comercio internacional. No podemos entrometernos en los conflictos comerciales que se están suscitando en el contexto mundial.







