El Nobel de Economía 2025 premió la teoría de la “destrucción creativa”, que impulsa el crecimiento a través de la innovación y la renovación tecnológica. Pero mientras el mundo celebra ese principio, expertos y empresarios advierten que en Colombia predomina lo opuesto: la “destrucción burocrática”.
DIARIO DEL HUILA, ANALISIS
El Premio Nobel de Economía 2025 fue concedido a Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt, tres académicos que dedicaron sus investigaciones a demostrar que el crecimiento económico surge cuando las nuevas ideas reemplazan a las antiguas. La Real Academia Sueca de Ciencias los reconoció por su trabajo sobre la “destrucción creativa”, un proceso en el que la innovación impulsa el desarrollo incluso a costa de desplazar tecnologías o empresas obsoletas.
Sin embargo, en Colombia la realidad parece avanzar en sentido contrario. Mientras los ganadores del Nobel demostraron que el progreso requiere apertura al cambio, el país —según analistas y emprendedores— traba la innovación con exceso de regulación, lentitud institucional y miedo a lo nuevo.
De la destrucción creativa a la “destrucción burocrática”
El ingeniero y experto en inteligencia artificial Luis Eduardo Pino, fundador de AIpocrates, fue uno de los primeros en reaccionar al anuncio. Aseguró que en Colombia no hay espacio para la innovación porque el país vive un “epistemicidio”: la destrucción silenciosa del conocimiento.
“En Colombia se invierte apenas el 0,23 % del PIB en investigación y desarrollo. La productividad no crece y la competencia se ahoga en trámites. Aquí las fronteras del conocimiento no se expanden, se tramitan”, afirmó.
Según Pino, mientras los Nobel celebran la destrucción creativa, Colombia padece una destrucción burocrática, donde lo nuevo se frena antes de nacer y las empresas innovadoras terminan perseguidas por su éxito.
Andrés Bilbao: “Estamos premiando la ineficiencia por miedo al cambio”
A las críticas se sumó Andrés Bilbao, cofundador de Rappi, quien publicó en X (antes Twitter) un análisis que se volvió viral. El empresario sostuvo que el Nobel de Economía “valida el principio número uno de cualquier startup: dejar que lo nuevo destruya lo viejo”.
“Nuestra versión local se llama destrucción burocrática: destruimos lo nuevo antes de dejarlo nacer y hacemos insostenible o perseguimos a las empresas que tratan de innovar”, escribió.
Le puede interesar: El Nobel de Química 2025 reconoce avances en arquitectura molecular
Bilbao advirtió que en Colombia se premia la ineficiencia por miedo al cambio. Y lanzó una advertencia que sintetiza el mensaje del Nobel:
“Si no dejamos que los nuevos destruyan lo viejo, lo viejo nos termina destruyendo a nosotros”.
Dos ejemplos de un sistema que frena la innovación
El emprendedor citó dos ejemplos de cómo el país obstaculiza el progreso.
1. La regulación de la inteligencia artificial.
“Hay varios proyectos de ley para regular algo que ni siquiera entendemos. Esto solo sube los costos y frena la innovación local”, afirmó Bilbao. Aunque Colombia cuenta desde 2019 con una Política Nacional de Inteligencia Artificial, aún no existe una ley específica y los intentos de legislar sobre el tema han generado preocupación en el sector tecnológico por su posible efecto restrictivo.
2. La competencia en banca digital.
Bilbao también señaló los obstáculos que enfrenta Bre-B, el nuevo sistema de pagos inmediatos del Banco de la República. “Se tenía a Bre-B abriendo el juego, pero el sistema la está aplastando con trabas y lobby. El resultado: el gota a gota sigue vivo, los bancos felices sin competir y el emprendedor jodido”, expresó.
Bre-B permite transferencias instantáneas entre bancos y billeteras digitales, pero su despliegue ha sido lento debido a presiones de entidades tradicionales y a un marco regulatorio aún incierto.
Innovar o quedarse atrás
Los expertos coinciden en que Colombia necesita una transformación urgente para no seguir rezagada en productividad y competitividad. Mientras las potencias invierten en conocimiento, el país sigue atrapado en la burocracia y el exceso de controles.
Bilbao propone una regla sencilla:
“Haz y deja que otros también puedan”.
Esa frase resume la esencia del Nobel de Economía 2025: permitir que lo nuevo florezca. Pero en Colombia, la innovación sigue tropezando con trámites, desconfianza institucional y miedo a perder privilegios.
La paradoja es clara: mientras el mundo celebra a quienes destruyen lo viejo para construir el futuro, Colombia parece empeñada en proteger el pasado, incluso si eso significa renunciar al progreso.
Puede leer: Un solo donante puede transformar la vida de hasta 55 personas









