Por: María del Carmen Jiménez
En el contexto cultural colombiano, la concertación y los estímulos son mecanismos para fomentar y apoyar proyectos artísticos y culturales. La primera implica un proceso de diálogo y acuerdo entre diferentes actores de la cultura, como artistas, organizaciones culturales, comunidades y las entidades gubernamentales para establecer prioridades y estrategias para el desarrollo cultural permitiendo la participación en la toma de decisiones sobre las políticas culturales. Y los estímulos son recursos financieros, becas, residencias, pasantías y apoyos que se otorgan a proyectos culturales para incentivar la creación, la producción, circulación y divulgación de manifestaciones culturales.
En ese marco, la institucionalidad cultural Nacional, departamental y municipal, realizan convocatorias con términos de referencia para acceder a los referidos apoyos. Sin embargo, en algunas entidades territoriales la institucionalidad cultural, como ocurre en el Huila, a la hora de definir, desconocen los términos por ellos mismos establecidos como la idoneidad, la trayectoria, la experiencia, el impacto e incidencia de los proyectos a la comunidad, la consistencia y coherencia de las propuestas y los productos culturales de muchas organizaciones y gestores culturales, para negarles los mínimos recursos que otorgan. Es bueno señalar aquí, que los presupuestos para cultura han sido y son pírricos, se manipulan y asignan de manera clientelar. Esto genera inconformidad y rechazo. Algunos afectados acuden a la justicia en búsqueda de protección del derecho fundamental al debido proceso, como lo ha hecho de manera valiente la Corporación Cultural Casateatro, reconocida en el ámbito Nacional e Internacional, por sus grandes aportes al desarrollo y fortalecimiento cultural por más de 30 años.
Reconozco y valoro los esfuerzos, la producción creadora, la entrega, el rigor, de muchos gestores y Organizaciones Culturales como Casateatro, Huiltur, Guadajira, las Bandas Musicales, los grupos de Rajaleñas como Cantar Popular, los Hinjuelapos, Grupo Rumichaca entre tantos otros, que persisten, investigan, luchan por salvaguardar nuestro saber popular , nuestras músicas, y nuestro patrimonio e identidad cultural.
El Festival Folclórico y Reinado Nacional del Bambuco que debería ser una celebración de reafirmación de nuestra identidad cultural, el mejor escenario para la puesta en escena de los procesos culturales consolidados de la región y las manifestaciones artísticas que nos caracterizan como pueblo, parece hoy en muchos aspectos un carnaval, o peor aún el festival del desprecio por las raíces campesinas, por las expresiones populares auténticas.
Lo que debería ser un espacio para recuperar lo identitario se ha convertido en una plataforma donde se exhibe la imagen estereotipada del folclor, trajes típicos que responden más al marketing que a la historia, reinados que refuerzan moldes coloniales y patriarcales y una cultura que visten de espectáculo pero que olvida la razón de ser comunitaria, La tradición ha sido desplazada por la competencia y el negocio.








