Por: María del Carmen Jiménez
No basta construir infraestructuras sino se cultiva la conciencia colectiva. Neiva ha venido enfrentando hace años desafíos estructurales en términos de crecimiento urbano desorganizado, debilidad institucional, conflictos sociales, pérdida de valores comunitarios, escándalos de corrupción, rupturas del tejido social. Frente a este panorama la transparencia, la cultura ciudadana y la promoción de la convivencia pacífica son claves para evitar el colapso urbano y social.
Aunque existe un “Plan Integral de Seguridad y Convivencia Ciudadana” que busca abordar los problemas de seguridad y convivencia, y un” Plan Decenal de Cultura”, el cual se enfoca en la construcción de una cultura de paz y prevención de conflictos y, propugna a por fortalecer la convivencia ciudadana a través de la cultura; su implementación ha sido incipiente y desarticulada.
Nuestro territorio muestra síntomas evidentes de deterioro de las prácticas ciudadanas, irrespeto por el espacio público y las normas de tránsito, incremento en los conflictos interpersonales y comunitarios, bajo sentido de pertenencia con el entorno urbano, deterioro de los escenarios de encuentro: parques, plazas, centros comunitarios en los barrios.
La cultura ciudadana debe trascender las acciones y campañas coyunturales. No se trata solo de pintar escaleras, murales o poner letreros. Implica procesos transversales de formación continua, proyectos que contribuyan a transformar los hábitos, actitudes y valores en el marco de un nuevo paradigma de la ética del cuidado, para que se reconozca al otro como sujeto de derechos, se fomente el diálogo, la corresponsabilidad, el cuidado mutuo y personal y, se aprenda a cuidar la madre tierra.
La convivencia es una tarea social y política. No es simplemente la ausencia de conflicto, sino la capacidad de tramitar las diferencias sin violencia, de reconocer la pluralidad de formas de vida y de construir comunidad. Por eso se requiere fortalecer los procesos barriales y comunitarios en resolución pacífica de conflictos, estimular espacios de participación real y vinculante, implementar políticas públicas de cultura ciudadana de largo aliento.
Seguimos en riesgo por la falta de liderazgo gubernamental en el municipio, la ausencia de cultura ciudadana y convivencia. No podemos vivir sin normas, sin pactos, sin referentes comunes. La inseguridad es creciente tanto objetiva como subjetiva, el colapso del sistema urbano es visible: contaminación, movilidad crítica, fragmentación social.
Evitar el caos en Neiva es responsabilidad de la administración municipal y el Estado en todos sus niveles, pero también es una tarea de todos y todas. La cultura ciudadana debe nacer en la familia, se debe sembrar y fortalecer en las Instituciones educativas, los barrios, los medios de comunicación y las políticas públicas gubernamentales. La convivencia debe convertirse en un pacto cotidiano. De esta manera podremos transitar del desorden al encuentro, de la indiferencia a la solidaridad y del conflicto destructivo a la construcción común de territorio.








