Diario del Huila

Corrupción y función pública

Abr 5, 2025

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AMADEO GONZALEZ TRIVIÑO

Es evidente el fortalecimiento de una práctica perversa y corrupta dentro de la administración municipal, que se acentúa y se proyecta a lo largo de la historia política institucional y que tiene que ver con que ésta es utilizada, la administración, para aprovechar el cuarto de hora de sus dirigentes y buscar el acomodo económico, ante el evidente conocimiento de que, una vez terminen su periodo quedarán cesantes y deberán vivir de la renta o de los ingresos que adicionalmente a sus salarios y gastos de representación se hayan recaudado por las prácticas que todos conocemos, que van desde el CVY o de la mermelada y parte de la cuota por la gestión que realizan los contratistas para quedarse con los recursos destinados a obras públicas.

En ese círculo vicioso, de nunca acabar, enriquece a muchos, y entonces lo convierten en un caballito de batalla, para elegirse, hacerse reelegir y seguir buscando elecciones, cueste lo que le cueste, hasta aquellos que desde las corporaciones elegidas por el voto popular, buscan la cuota de poder, la que saben transferir a sus recomendados, quienes deben pagar un porcentaje del ingreso que se les reconozca o pague, por su gestión de colocador de empleos, práctica que desafortunadamente queda en la impunidad y son pocos los casos conocidos en los cuales, se aplique la sanción que corresponde por esos actos delictivos que perviven, subsisten y de los cuales se alimenta la clase política tradicional, quizá podemos afirmar, que sin distingos de grupo político o de sector partidista.

Por eso la lucha contra la corrupción y todas las formas amañadas de la burocracia en nuestro país, siguen en el ámbito de la impunidad y son a la vez, una forma de fortalecer el discurso manido de luchar contra ese flagelo y proponer día a día, su persecución, lo cual se hace, como dice en el argot popular, “de dientes para afuera” porque de lo contrario, hacen parte de un modus de vida, de un modus operandi que no tiene entes de control o de vigilancia que les ponga una sanción o los relegue para siempre a la pérdida de sus derechos políticos, ya que no da para más, esta forma de ser y de propiciar el abuso de la función pública.

Hace días, conversando con muchos conocidos, se advierte que la función pública de hoy en día, hace coro con grandes eventos folclóricos que aglutinen a las comunidades en la vieja práctica romana de “pan y circo”, y con costos presupuestos que se saben distraer, se organizan ferias de todos los matices y con todos los propósitos, para esperar que una encuesta y unos periodistas subvencionados por contratos oficiales, se encarguen de mostrar otra cara del dirigente político o de los dirigentes políticos de una región. O se proyectan obras, que son necesarias, pero la cuantificación y el éxito de las mismas, alcanzan presupuestos que han de distribuirse entre muchas manos y finalmente no cumplen su finalidad social y pública, como debería ser.

Somos herederos de una sucesión corrupta dentro del poder público, que para buscar los fenómenos del cambio y de la transformación institucional, el esfuerzo es casi que titánico y difícilmente encontraremos un sosiego o una paz que nos permita avizorar un futuro mejor para las comunidades o para la organización social a la que pertenecemos.

Los elefantes blancos, la corrupción de cuello blanco, los contratos leoninos, las obras que nunca se acaban y que permanentemente están recibiendo prórrogas y nuevos incentivos, para seguir en los procesos de blindaje de la criminalidad, hacen parte de un diario y permanente ejercicio, donde los mandatarios locales, regionales y nacionales, solo saben que la inversión pública, o la preocupación que dicen tener por las comunidades, no deja de ser más que un alarido en el estertor de las apariencias y del engaño en que esas comunidades han estado acostumbradas a vivir, a padecer.

Repetía un amigo, el alcalde o el gobernado o los altos mandos del poder público, no se preocupan de los procesos en los cuales, robarse el erario público sea mínimo o no deje grandes dividendos y esa es la dura realidad, desde la provincia que habitamos y si algún día se ven resultados de investigaciones penales, estas llegarán después de muertos, hayan prescrito o sean de imposible ejecución sancionatoria.

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