Diario del Huila

Construyendo Ciudadanía, El Poder de las Pequeñas Acciones

Feb 20, 2025

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Por: Oscar Eduardo Trujillo Cuenca

oscartrujillo79@gmail.com

La cultura ciudadana es, en esencia, la manera en que los individuos de una sociedad interactúan entre sí y con su entorno bajo un marco de normas, valores y principios que garantizan la convivencia armónica. En la teoría, suena como un ideal alcanzable, pero en la práctica, se convierte en un reflejo claro de las fortalezas y debilidades de una comunidad.

Desde mi perspectiva, la cultura ciudadana no es solo el cumplimiento de reglas impuestas por la autoridad, sino un acto de conciencia y responsabilidad individual que repercute en lo colectivo. Es entender que nuestras acciones diarias, por pequeñas que parezcan, tienen un impacto en la calidad de vida de todos. Un simple gesto como respetar las señales de tránsito, recoger los desechos o ceder el asiento a quien lo necesita demuestra un compromiso con el bienestar común.

Sin embargo, al analizar nuestra sociedad, me doy cuenta de que muchas veces nos encontramos atrapados en la indiferencia y el individualismo. Nos quejamos del caos vial, pero aceleramos cuando el semáforo está en amarillo; criticamos la contaminación, pero seguimos arrojando basura en la calle; exigimos respeto, pero respondemos con agresividad ante cualquier inconveniente. Este tipo de contradicciones ponen en evidencia que, más allá de normas y sanciones, lo que hace falta es un cambio real en la mentalidad de los ciudadanos.

En Neiva y muchas ciudades colombianas, la cultura ciudadana enfrenta grandes retos. El tráfico desordenado, el irrespeto a las normas de convivencia y el mal manejo de los espacios públicos son problemas recurrentes. En Neiva, por ejemplo, es común ver motociclistas que no respetan los semáforos, automovilistas que no ceden el paso a los peatones, vendedores informales ocupando las aceras y ciudadanos que aún arrojan basura en los ríos y calles. Además, la falta de civismo en espacios públicos como parques y plazas ha llevado a un deterioro visible de la infraestructura urbana.

En ciudades más grandes como Bogotá y Medellín, se han implementado campañas de cultura ciudadana con relativo éxito. La iniciativa «Cultura Ciudadana» de Antanas Mockus en Bogotá logró reducir índices de accidentalidad y mejorar la convivencia a través de estrategias pedagógicas. En Medellín, la transformación del espacio público con proyectos de urbanismo social ha fomentado un sentido de pertenencia entre sus habitantes. La implementación de ciclovías, espacios peatonales y zonas recreativas han incentivado comportamientos más responsables y una mayor conciencia ambiental.

No obstante, en ciudades intermedias como Neiva, Ibagué o Bucaramanga, la falta de continuidad en este tipo de programas ha limitado su impacto. La educación vial sigue siendo un desafío, el respeto por el peatón es insuficiente y el uso adecuado del transporte público sigue siendo un problema sin resolver. En Neiva, por ejemplo, la falta de pasos peatonales señalizados y el escaso control de infracciones hacen que la movilidad sea caótica. Asimismo, la ocupación irregular del espacio público y la falta de cultura ambiental han afectado la calidad de vida de sus habitantes.

En este sentido, la educación juega un papel fundamental. No hablo solo de la formación académica, sino de una educación en valores que nos enseñe a ser ciudadanos responsables desde la infancia. La cultura ciudadana debe construirse en los hogares, reforzarse en las escuelas y ser promovida activamente por las instituciones y líderes comunitarios. Un niño que crece viendo a sus padres respetar las normas y demostrar empatía será un adulto que replicará esos comportamientos. En Neiva, por ejemplo, programas escolares que incentiven la participación en la conservación del medio ambiente y el respeto a la movilidad podrían generar cambios significativos a largo plazo.

Otro aspecto clave es el sentido de pertenencia. Cuando sentimos que el espacio público nos pertenece, lo cuidamos. No se trata de una tarea exclusiva del gobierno o de ciertas organizaciones, sino de cada uno de nosotros. Si entendemos que nuestras acciones pueden mejorar o deteriorar nuestro entorno, tomaremos decisiones más conscientes y responsables. En algunas ciudades colombianas, los esfuerzos comunitarios han permitido la recuperación de parques y espacios recreativos, generando entornos más seguros y agradables para la ciudadanía.

En conclusión, la cultura ciudadana es un compromiso diario con la sociedad en la que vivimos. No basta con esperar que los demás actúen correctamente; debemos ser el ejemplo de lo que queremos ver en el mundo. Construir una mejor convivencia es tarea de todos, y el primer paso es asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos, entendiendo que cada pequeña acción cuenta. En Neiva y otras ciudades de Colombia, si logramos consolidar una conciencia colectiva basada en el respeto y la colaboración, podremos ver transformaciones reales que beneficien a toda la comunidad.

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