La sociedad colombiana se encuentra muy triste por el magnicidio del senador y candidato presidencial Miguel Uribe Turbay quien se había convertido en un icono de la política nacional y se perfilaba como el más opcionado para ocupar en el próximo cuatrienio, la Casa de Nariño. Este vil asesinato de esta joven promesa de las nuevas generaciones en las lides políticas, dada la actual coyuntura política que vive el país, tendrá graves y sorprendentes consecuencias para la vida de las familias colombianas. En el campo político, se fortalecen las aspiraciones presidenciales del candidato que escoja el expresidente Alvaro Uribe Vélez, así no lo quieran aceptar la izquierda en el país. La opinión pública ha rechazado contundentemente este episodio violento, producto de la creciente polarización que se ha presentado durante los últimos tres años, en el país. Los candidatos presidenciales que recorran las diferentes regiones tendrán que abstenerse de realizar manifestaciones públicas en la calle. Lo deberán hacer en recintos cerrados. Igual actitud, deben asumir los aspirantes al congreso de la república, para proteger sus vidas. Nuestros ancestros afirmaban “el palo no está para hacer cucharas”. Estamos reviviendo las ingratas y aciagas épocas, donde se presentaron esta clase de episodios que enlutaron la democracia en décadas anteriores.
El narcotráfico, los grupos subversivos, el paramilitarismo y las demás fuerzas oscuras que siempre han sembrado terror y zozobra a las familias colombianas, serán actores distorsionadores de las próximas justas electorales. Por este motivo el gobierno nacional, debe sincerarse para adoptar medidas fuertes para garantizarles a todos los candidatos sin excepción, su seguridad y la de todos sus equipos de campaña. No es un juego. Está en vilo el futuro de la democracia de Colombia. Estos actos violentos y detestables desde todo punto de vista no pueden volverse a repetir en el país. Esos discursos incendiarios y de odios deben acabarse. No podemos permitir que se sigan fomentando esa forma irracional y detestable desde todo punto de vista, que contribuyan a distorsionar la intención de voto del constituyente primario.
La opinión pública, debe contribuir también para exista paz electoral y evitar toda clase de mensajes que se generan en las bodegas que buscan desvirtuar la verdadera realidad política y económica del país. Igualmente, los influencers contratados con presupuesto público, deben realinear sus mensajes para buscar la unidad nacional y evitar las confrontaciones ideológicas arcaicas que en nada contribuyen con el fortalecimiento de la democracia colombiana. Por último, la política exterior de Colombia se encuentra en cuidados intensivos. Son preocupantes los mensajes que últimamente han emitido diversos actores de gobierno de Donald Trump, que pueden generar grandes sanciones económicas e intervenciones militares contra las organizaciones narcoterroristas que operan en el país. Tenemos un futuro incierto. Aunque no estamos de acuerdo, pero estamos expuestos ante la nueva geopolítica que está viviendo el mundo.
