El titular del presente editorial es muy fuerte para leerlo en voz alta. Pero es la triste realidad que están viviendo las familias colombianas cuando acuden a los centros dispensarios de medicamentos para que les entreguen èstos, que son formulados por el personal médico de los Centros hospitalarios y las EPS, después de intensas filas agotadoras desde la noche anterior. La tristeza y las lagrimas que se observan en estas intensas colas de pacientes que ven como la salud en el gobierno del cambio, se ha deteriorado y desmejorado por los sesgos ideológicos hirsutos y absurdos en la aplicación de esta política pública esencial para la supervivencia de los seres humanos en este país, donde no se vislumbra una solución estructural a las grandes problemáticas que aquejan el bienestar de los colombianos. Lo irónico e hipócrita es observar como el ejecutivo y las autoridades de salud a nivel nacional, se jactan en los diferentes escenarios a donde son invitados y entrevistados por los medios de comunicación, expresando falacias, mentiras y expresiones camorreras sobre los éxitos que están obteniendo durante el presente cuatrienio. Son risibles cuando muestran estadísticas elaboradas por activistas que desconocen la verdadera realidad de este sector. Nunca aceptan la verdadera realidad y el viacrucis que están soportando estos pacientes.
Así no se encuentran las soluciones. El gobierno nacional tiene intervenidas todas las EPS desde hace dos años y la problemática ha empeorado. No pueden seguir responsabilizando a los anteriores gobiernos, de su ineptidud e incompetencia. Solo le faltan, 9 meses y 26 días para que termine esta horrible noche, mientras su accionar gubernamental está enfocado en seguir ampliando su fronda burocrática que en la actualidad superan los 1,3 millones de contratistas, ampliando los subsidios a las comunidades indígenas y sociales, 74 viajes del presidente al exterior y los que tiene previsto desarrollar en los que le resta del periodo constitucional donde siempre va acompañado de sus colaboradores. Estos gastos de funcionamiento improductivos generan actualmente un déficit fiscal del 7,2%, el más alto de la historia republicana de Colombia.
En la edición dominical del Tiempo, publican algunos artículos que reflejan la profunda crisis en que se encuentra el Sistema Nacional de Salud. Pacientes desesperados y enfadados, expresan que no les están entregando los medicamentos oportunamente. Están condenados a morir, porque sus exiguos ingresos no les permitir comprarlos en las farmacias. De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, algunas familias tienen que destinar hasta el 90% de los ingresos familiares para costear sus propios tratamientos y comprar los medicamentos. La radiografía es real. La crisis de medicamentos en Colombia se refleja en quejas triplicadas, tutelas en alza y deudas billonarias. No hay derecho que esta situación se esté presentando en el país. Les van a pasar factura en las próximas justas electorales.
