Por: Yamid Sanabria
Lo sucedido a Miguel Uribe es una responsabilidad compartida. El país está desestabilizado por el atentado del pasado sábado que nos recuerdan lo frágiles que somos cuando los agravios verbales trascienden a los actos de violencia pura. El oportunismo es interpretado de acuerdo al interlocutor y nuestra sociedad sigue padeciendo de una enfermedad degenerativa que hizo metástasis en la juventud.
La polarización política es rentable para ganar votos, de acuerdo al bando que se haga la arenga o repita los discursos incrustados de seguridad o paz; la gente los repite sin importar datos, fuentes serias o análisis más objetivos. El profesor Óscar Mejía Quintana lo explica muy bien “vivimos tiempos donde la distinción amigo – enemigo de Carl Schmitt sigue imperando, incluso globalmente. No logramos transitar a lo que Chantal Mouffe llama la “democracia agonística”, reconocer al otro como antagonista legítimo, no como enemigo sin acudir a su estigmatización”, los orígenes del conflicto armado fueron por colores políticos, y esa mala herencia sigue mutando.
Ahora el país se mueve en la lógica propuesta por Vicky Dávila y Daniel Quintero, los extremos de la derecha y la izquierda en el país, con acusaciones de intimidación, amenazas y violencia para posicionarsen como “los elegibles” e invisibilizar al resto de candidatos, y con ellos, sus propuestas de país; porque es repudiable lo que pasa con el senador Miguel Uribe, pero lo que se viene con la excepción de la regla fiscal va aumentar el déficit, y puede traer enormes repercusiones financieras para el país, si no se ejecuta de manera responsable. Eso ¿Qué quiere decir?, es importante la seguridad, pero no se pueden dejar silenciados el universo de temas de una nación.
La sociedad civil también tiene una responsabilidad política, y es informarse por canales de comunicación serios (oficiales y no oficiales), contrastar la información y tomar decisiones, así como evitar replicar discursos de odio que nada aportan al debate público. El petrismo y Uribismo son dos visiones de país, pero no las perfectas, no las únicas y no las responsables de todo lo que pasa; porque el menor de 14 años que accionó el arma es la clara muestra que la principal institución que está fallando es la familia.
Finalmente, toda la solidaridad con los cercanos de Miguel Uribe, debemos sobrepasar las barreras mediocres de pensar que quien piensa diferente es el enemigo; se debe transitar hacia un diálogo nacional sin distinción alguna para garantizar elecciones seguras, el tono debe estar acorde al momento y recordar que somos hijos, padres, hermanos y amigos con el derecho a vivir sin miedo, pensemos con cabeza fría.








