Colombia está envejeciendo a un ritmo vertiginoso. En menos de 50 años, el país dejará de ser una nación joven para convertirse en una de las más longevas del mundo. Esta transformación, tan silenciosa como profunda, redefine el futuro económico, social y cultural del país, y plantea una pregunta urgente: ¿estamos preparados para envejecer?
DIARIO DEL HUILA, INFORME
Colombia está atravesando una transformación poblacional sin precedentes. De ser históricamente uno de los países más jóvenes de América Latina, se proyecta que para el año 2070 se convertirá en una de las naciones más envejecidas del mundo. Según proyecciones del DANE, la edad promedio de los colombianos aumentará 12 años en solo tres décadas, un ritmo que supera incluso al de Japón, el país más envejecido del planeta en la actualidad. Este cambio demográfico plantea enormes retos sociales, económicos y fiscales, pero también abre una ventana de oportunidades para sectores emergentes.
La llamada “economía plateada”, que se refiere al impacto económico de la población mayor, está tomando fuerza como uno de los motores del futuro. En Colombia, sectores como el turismo enfocado en adultos mayores, los servicios de salud y bienestar, la tecnología asistida, la movilidad adaptada y el entretenimiento para la tercera edad podrían dinamizarse significativamente. El incremento en la longevidad redefine los modelos de consumo, y obliga al país a replantear su oferta económica y social.
Menos cunas, más canas
La raíz de este envejecimiento está en la drástica caída de la natalidad. Entre 1965 y 1970, las mujeres colombianas tenían en promedio 6,2 hijos. Para la década de 2010, esta cifra descendió a 1,83. Este cambio se explica por la mayor participación de la mujer en el mercado laboral, el acceso masivo a métodos anticonceptivos y una transformación cultural que prioriza el desarrollo profesional y la estabilidad financiera antes de la maternidad.
La situación se agravó entre 2021 y 2024, con una inflación promedio del 8% y un aumento en el costo de la vivienda del 8,6% anual. La incertidumbre económica, que según Fedesarrollo llegó al 86%, desincentivó la decisión de muchas familias de tener hijos. En 2024, los nacimientos cayeron un 13,7%, acelerando la caída del 7% registrada dos años antes, según el informe Más canas, menos cunas de Corficolombiana.
La baja natalidad no es un fenómeno exclusivo de Colombia, pero su velocidad y profundidad sí son alarmantes. Además, el freno al saldo migratorio internacional —que pasó de 700.000 personas en 2019 a menos de 100.000 en 2024— eliminó una de las principales válvulas de escape para rejuvenecer la población.
Una vejez sin pensión
Uno de los efectos más preocupantes del envejecimiento es la presión que ejerce sobre el sistema pensional. Hoy, solo una cuarta parte de los adultos mayores logra acceder a una pensión, y quienes lo hacen reciben en promedio 1,5 millones de pesos mensuales. El 28% de esta población continúa trabajando para sobrevivir, reflejo de una sociedad que no está preparada para ofrecer una vejez digna a todos sus ciudadanos.
Las desigualdades del mercado laboral —donde la informalidad, el bajo nivel educativo y los salarios precarios son la norma— dificultan la posibilidad de cotizar lo suficiente durante la vida activa. Además, los ingresos laborales alcanzan su punto más alto a los 36 años, pero a partir de los 52 las personas empiezan a dejar de ahorrar, lo que compromete su sostenibilidad financiera en la vejez.
Este patrón demográfico, propio de sociedades desarrolladas, contrasta con la realidad económica colombiana, donde el ingreso per cápita es considerablemente más bajo que en países como Alemania, Japón o Canadá. Colombia está envejeciendo sin haberse enriquecido, lo que agrava aún más la situación.
Migración como salvavidas
Frente a este panorama, la migración aparece como una herramienta estratégica para equilibrar la pirámide poblacional. Corficolombiana insiste en que Colombia debe diseñar políticas públicas eficaces que integren a la población migrante como parte activa de la economía. Iniciativas en sectores como la construcción, la agricultura, el cuidado de adultos mayores y la tecnología podrían beneficiarse de una fuerza laboral joven y diversa.
Sin embargo, esta estrategia requiere una planificación rigurosa. No se trata solo de abrir las puertas, sino de garantizar condiciones para la inclusión productiva y social de los migrantes, con acceso a salud, educación, vivienda y empleo formal.
El futuro es gris… y está lleno de oportunidades
A pesar de los desafíos, Colombia tiene la oportunidad de redefinir su modelo económico y social. Apostar por la economía plateada puede ser una vía para el crecimiento inclusivo. Servicios adaptados a la tercera edad, programas de vivienda intergeneracional, políticas de ahorro desde edades tempranas y una reforma pensional estructural son algunas de las tareas urgentes.
En este nuevo país que envejece, reconocer el valor de sus ciudadanos mayores será clave. No como una carga, sino como una oportunidad para construir un modelo de desarrollo centrado en el bienestar, la innovación y la equidad. Colombia se prepara para vivir más años, pero el reto será vivirlos mejor.









