Diario del Huila

Colombia en el vacío iluminador

Ago 11, 2025

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Por: GERARDO ALDANA GARCÍA

Colombia está madura para dar el paso a un escenario de luz. Los horrores derivados de conflictos fratricidas, irresponsablemente suscitados por el egoísmo de algunas minorías que detentan el poder, tienen su huella indeleble en el espíritu de cada ciudadano nacional, en quienes estamos vivos y de aquellos que partieron hacia el mundo del silencio; y, quizás en la de otros, que, como dice Antonio Muñoz Feijoo (frase utilizada por otros famosos escritores): están vivos, pero tienen muerta el alma. En medio de la maldición de la guerra y las violaciones de derechos humanos, unas veces justificados por pensamientos de izquierda, otros de derecha y en muchos otros, por la perversidad del narcotráfico en connubio con grupos armados al margen de la ley, pareciera que la mayoría de los connacionales hayamos cultivado, dolorosamente, un grado de conciencia para decir: no más al horror de la sangre derramada de hermanos. Basta ya de corrupción e idealizaciones absurdas y radicales que solo depauperan la democracia y el nivel de vida de los ciudadanos.

Si bien es cierto, la expresión Vacío Iluminador no es de uso corriente, bien se puede recurrir a ésta desde la perspectiva de la experiencia humana que denota dos momentos, aleccionadores juntos, que ineludiblemente llevan a un nuevo estado de conciencia capaz de observar y valorar las auténticas causas de una situación traumática, inconveniente u oprobiosa, pero también, para encontrar en medio de la obscuridad, pequeños haces de luz. En este contexto, Vacío, llevado a la esfera de las emociones, se referiría a una sensación de falta, insatisfacción o desconexión interna que puede manifestarse como una sensación de vacío en el estómago, un hueco interior, o una falta de propósito en la vida. Si se lleva al ámbito de las artes, podría configurar un espacio intencional que sirve para resaltar la forma o crear un contraste. Ahora bien, Iluminador, casi recurriendo al término en un sentido metafórico, podría referirse a un estado de conciencia en donde se experimenta una profunda claridad y comprensión, a menudo después de un proceso de introspección o meditación, desde el cual es posible encontrar solución a un problema o se comprende un concepto complejo, dejando atrás la confusión. 

En este contexto, el pueblo colombiano tiene la memoria de la tragedia, pero también, el abonado de ser consciente del influjo de ésta (la tragedia) en la vida de cada connacional, lo que ha de llevarlo, en 2026, cuando se elegirá un nuevo presidente de Colombia, a alejarse de aquellos encantadores de serpientes que siguen pensando en el negocio de su propio partido político o el acrecimiento de su patrimonio personal, familiar o empresarial; y en su lugar, explorar las alternativas de un candidato que encarne, ante todo, honestidad, altruismo y probidad en la administración de la cosa pública de cuya práctica de recupere la legitimidad y respeto del Estado como célula soberana depositaria de la honra del pueblo que lo integra, a lo que se sumarán todas las propuestas conducentes a recuperar escenarios perdidos como: la paz, el desarrollo económico, la revitalización de la cultura y sus diversas expresiones, y el medio ambiente, entre muchas otras.

En este Vacío Iluminador, los electores deberán cuidarse, con el mayor esmero, en no caer en la provocación de las migajas y coimas que, venidas del propio presupuesto nacional, podrían circular copiosamente en sectores sociales, especialmente en los más deprimidos, con el subterfugio de: este gobierno vale la pena que continúe. Pero ojo, dicha iluminación del magnánimo Vacío, ha de permitirle al elector no caer tampoco en el discurso de gamonales políticos y gobernantes en regiones y localidades carentes de disertación objetiva, y menos de ejecutorias, que terminan embaucando a los ciudadanos para que se sumen a una u otra ala política, sin importar si esta tiene el mérito de ser realmente conveniente para la sociedad en general. De hecho, durante los últimos tres años del gobierno Petro, al que se sumó gran parte del conglomerado de gobernadores de los Departamentos para elegirlo mandatario, se han apartado de él argumentando no haber sido escuchados y por ello, desconocidos en las inversiones de la Nación hacia los territorios. Y, con ellos, senadores y representantes de partidos como: Liberal, Conservador, Cambio Radical y el Centro Democrático, entre otros, se les escucha criticar con vehemencia al actual gobierno nacional, frente a lo que surge la pregunta, ¿cuántos de ellos, muchos que rasgan sus vestiduras, estarán aplaudiendo e impulsando al candidato, cuyo mentor ha sido objeto de toda clase de sus diatribas en el transcurso del trienio de gobierno que se cumplió el pasado 07 de agosto? El Vacío Iluminador en el que, el colombiano de bien vivirá al momento de elegir, ha de permitirle la claridad para descubrir la máscara que oculta al prestidigitador o al criminal que yace tras de ésta.

Es claro, sin embargo, que, lo ideal es que, en el pretendido Vacío Iluminador, no solo haya electores con entendimiento claro, si no también, opciones de presidente que sean garantía de lo anhelado para el bien común desde todo punto de vista. Algunos dirían, en consecuencia, que la mejor opción sea alguien de Centro. Tal vez tengan razón, pero es juicioso considerar que, cualquiera que se presente en esta línea, pretenderá contar con el apoyo de los dirigentes, bien de Izquierda o bien de Derecha, ante lo cual, cualquiera que sea el caso, lleva a la pregunta: ¿Apoyo, a qué precio? 

Vaya penoso escenario. Pero es justamente por todo esto que, es lícito y legítimo considerar que aparezca un hombre o una mujer, con una propuesta sin la mácula del apoyo condicionado de los partidos ( si éstos se quieren sumar, que lo hagan, pero sin condiciones de prebendas egoístas; en cambio sí, sobre la base de contribuciones sinceras al desarrollo del país), y que sea garantía de la confianza de los electores para el bienestar de los cerca de cincuenta millones de colombianos en el territorio y el exterior. Entonces, surge otra pregunta, parodiando al filósofo griego Diógenes y su linterna tras el hombre honesto, ¿quién es, en dónde está?

Como simple colombiano y observador de la dinámica nacional, y, teniendo en cuenta el raro arte de abstracción de un realismo administrativo y traumático, con el que se ha pintado durante los últimos tres años el lienzo del país nacional, me atrevo a pensar que, el nuevo presidente no provendrá del idealismo de izquierda.

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