Cada 16 de julio, miles de colombianos se encomiendan a la Virgen del Carmen, una de las advocaciones marianas más queridas del país y símbolo de protección espiritual para transportadores, conductores y miembros de las Fuerzas Armadas.
La tradición que une a esta figura con el pueblo colombiano tiene raíces profundas. Según la Iglesia Católica, fue el 16 de julio de 1251 cuando la Virgen María se apareció al superior de la Orden del Carmen, san Simón Stock, y le entregó el escapulario del Carmen. Este objeto, considerado un signo de protección y fidelidad, consolidó la devoción mariana y se expandió por el mundo católico.
En Colombia, el fervor popular hacia la Virgen del Carmen va más allá de lo religioso. Su imagen adorna taxis, camiones, estaciones de policía y capillas rurales. Para muchos conductores y trabajadores del transporte, ella no solo es la patrona oficial, sino también una compañera de viaje a la que se encomiendan antes de cada trayecto.
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Desde la perspectiva de la fe, la Virgen del Carmen es considerada guía espiritual y madre protectora. Según el Vaticano, esta advocación representa el amor maternal de María y su cercanía con quienes buscan vivir en oración, fidelidad al Evangelio y comunión con Dios.
Cada 16 de julio se celebran misas, caravanas de vehículos, procesiones y bendiciones en iglesias, carreteras y terminales de todo el país. Es un día de oración, gratitud y promesas renovadas, donde se rinde homenaje a quien es considerada la «reina de los caminos».
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