Alfredo Vargas Ortiz
Orgullosamente Abogado y Docente Universidad Surcolombiana
Doctor en derecho Universidad Nacional de Colombia
Cuando decidí aspirar al cargo de rector de la Universidad Surcolombiana, creí ingenuamente que esta era una oportunidad grandiosa para poner mi hoja de vida y conocimientos al servicio de mi amada institución, y que este Consejo Superior actuaría de manera distinta a como ha sido tradicionalmente en la selección de la terna. Una persona que se mueve en las lides de la política huilense me dijo: «tiene que ofrecer, mi doctor, o de lo contrario nunca llegará a ser rector.» Lo mismo me mencionó el maestro Jesús María Vidal, quien desconsolado me dijo que él nunca llegó a ser rector de la universidad, y eso que estamos hablando de hace varios años, porque nunca negoció con los políticos. De hecho, me sugirió que, si no lo hacía, tampoco podría llegar al cargo.
El profesor Antanas Mockus me enseñó que, en la política, que es trascendental para la sociedad, no se puede ser medio ético; se es o no ético, se es o no bueno, se es o no transparente, esto implica la coherencia entre lo que se dice, lo que se hace y los métodos que se utilizan para llegar a un cargo. Por ello, en mi mente, por ejemplo, nunca se me ocurrió buscar a Florita para pedirle el voto de la Gobernación en el Consejo Superior. Mal haría yo en decirle a los responsables de la crisis de gobernabilidad que me apoyaran, pues eso sería traicionar a la comunidad universitaria.
Sí tuve la oportunidad de visitar uno a uno a los integrantes del Consejo Superior para que conocieran de primera mano nuestra propuesta y hoja de vida. Sustenté la misma de manera adecuada tanto en el foro organizado para el efecto por los sindicatos de la Universidad Surcolombiana, como en el día de la sustentación ante los “honorables”.
Hay que decir que preparar una propuesta para ser rector de la universidad más prestigiosa del sur de Colombia tiene que ser una labor de responsabilidad. Por ello, consulté con varios expertos y organizamos un equipo técnico que nos ayudó en la tarea de hacer la mejor propuesta para nuestra institución. Al fin y al cabo, se supone que el mérito debe ser el criterio fundamental para la elección de tan digno cargo.
El resultado definitivamente no fue el mejor. A pesar de que el representante de los profesores, Fernando Galindo, recibió el mandato de 271 docentes de alinear por quiénes debía votar para la terna, él, actuando a espaldas de este mandato y traicionando al gremio docente, no votó a nuestro favor. Tampoco lo hicieron quienes, aterrados por las conversaciones, se sorprendían por los sucesivos hechos de corrupción en la institución y que, por ende, sabían que se necesitaban nuevos liderazgos. No era para menos; nos estábamos enfrentando a un animal grande, que lleva años empotrado en el poder bajo la complicidad de una comunidad universitaria adormecida por la desesperanza y el miedo que producen estos sujetos que tienen capturada la institución.
Por fortuna, y como muchos no les tenemos miedo, vamos a dar hasta el último suspiro de nuestra existencia para quitarles de sus garras la institución que tanto amamos. Es por ello que comparto el mandato de muchos estudiantes, docentes y egresados universitarios de apoyar el voto en blanco y la consulta popular para modificar el estatuto general y acabar de una vez por todas con el perverso mecanismo de la terna en el Consejo Superior.








