Por: María del Carmen Jiménez
El análisis del discurso como enfoque multidisciplinario permite examinar cómo el lenguaje usado en la comunicación contribuye a construir significados, poder y relaciones sociales.
Una mirada al texto del discurso que Robert Francis Prevost dirigió al mundo desde el balcón del Vaticano después de ser elegido Papa, da cuenta en su forma, contenido y contexto social en el que se produce, que estamos frente a un Pontífice global, no solo por sus raíces familiares y ciudadanías, que son una mezcla cultural; sino porque entiende las complejidades y diversidad del mundo que habitamos.
Por eso habla de buscar juntos, cómo ser una iglesia misionera, que construya y tienda puentes y diálogo y no muros. Que camine con la vida de los que más sufren. Tiene el mismo espíritu del Papa Francisco, que propugnó por una iglesia siempre abierta a recibir a todos sin discriminación alguna.
El Hecho de elegir el nombre de LEON XIV afirma la línea sobre la cual va a avanzar. Remite a León XIII, el papa de los obreros que lo inspiró, a la encíclica Rerum Novarum, la primera encíclica social de la iglesia que cuestiona al capitalismo desregulado, que explota a los trabajadores y proclama la justicia social como una de las preocupaciones de los católicos. Esta encíclica reflexiona y señala el camino hacia las reformas que puedan restituir la dignidad del trabajo como actividad libre de las personas, y la responsabilidad del estado y la sociedad de proteger al trabajador de la pesadilla del desempleo, en una época convulsionada en Europa a finales del siglo XIX y comienzos del XX.
El actual Obispo de Roma nació en Chicago, se formó pastoralmente en América Latina, trabajó con los indígenas y los más vulnerables. Cree en la iglesia comunitaria como San Agustín. Se siente en un contexto de violencia mundial, de problemas económicos, sociales, por eso envía un rotundo mensaje de Paz. Palabra que reitera en su texto discursivo. Es significativo que haya puesto en una parte importante de su intervención a su comunidad de Chiclayo en el Perú, la cual acompañó y se sintió acompañado. Esto connota que las personas de la periferia son las que deben estar en el Centro de su preocupación.
Llamó a la valentía y la unidad para avanzar “Sin miedo, todos unidos de la mano de Dios y entre nosotros avancemos”. El mundo creyente y no creyente, aspira que su pontificado continúe por la senda del progresismo de la iglesia, de la coherencia, la inclusión y su cercanía con los más débiles.








