Las celebraciones de fin de año son motivo de alegría para la mayoría de personas en el mundo. Pero pueden convertirse en un desafío para quienes viven con la Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII). Este término se refiere a dos afecciones que causan hinchazón e inflamación de los tejidos del tracto digestivo: la colitis ulcerativa y la enfermedad de Crohn, esta última considerada una enfermedad rara.
Sus síntomas suelen incluir dolor abdominal, diarrea, sangrado rectal, cansancio extremo y pérdida de peso. En el país hay 42.647 casos de EII documentados, y el 58 % de ellos corresponde a mujeres.
Para esta población que vive afectada con un trastorno gastrointestinal crónico, la clave de tener unas fiestas tranquilas no está en renunciar a la comida, sino en saber elegir muy bien lo que come. Con algunas decisiones conscientes, y la consulta a su médico, es posible disfrutar las celebraciones sin que el sistema digestivo pague un precio.
Estas son algunas recomendaciones para evitar que quienes están diagnosticados con enfermedades de inflamación intestinal, tengan recaídas en esta temporada.
- Evitar aquello que ya sabe que le hace daño: este no es buen momento para experimentar con comidas nuevas o pesadas. Hay que preferir aquellas que no le hacen daño, en especial preparaciones sencillas a la plancha, al horno, al vapor y con poca grasa. Si es posible, coméntele de antemano a su anfitrión o a quien cocina sobre su condición de salud, para que le ayude a escoger mejor.
- Elegir cocciones suaves: si en el menú hay platos hervidos, al horno y a la plancha, prefiéralos. Como base del plato puede elegir carnes magras como pollo, pavo, lomo, pescados blancos, combinados con arroz blanco, papa o pasta bien cocida, y acompañados de verduras bien cocidas y sin piel ni semillas (zanahoria, calabacín pelado, calabaza, judía verde). Hay que mantenerse alejados de los fritos, los embutidos grasos, las salsas cremosas, las comidas muy picantes y de grandes cantidades de fibra insoluble (ensaladas muy crudas, coles, legumbres enteras, cereales con semillas), sobre todo si hay síntomas activos.
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- Controlar las cantidades: es mejor preferir porciones pequeñas y evitar los atracones de comida. Para esto, es importante no llegar a la cena con demasiada hambre para no perder el control sobre lo que se come. Otra recomendación importante es comer despacio, disfrutando cada bocado.
- Minimizar alcohol: el consumo de alcohol debe reducirse al mínimo, para darle prioridad al agua y a las infusiones suaves. Limite también las bebidas con gas.
- Adaptar la dieta al momento: si se está con síntomas inflamatorios, es preferible mantener una dieta blanda (arroz, papa, pollo o pescado blancos, verduras cocidas suaves) y centrarse en el aspecto social de la fiesta, más que en la comida. Si está estable. puede probar pequeñas porciones de dulces navideños como turrón blando o mazapán y evitar postres muy grasos o con mucha crema.
Por último, es importante estar atentos a las señales de alarma como un aumento de la diarrea, sangre en heces, fiebre o dolor abdominal intenso y, si aparecen, es necesario consultar con el médico tratante. Con una buena planificación y adaptando el menú a la situación de la EII en el momento de la celebración, así como escuchando al propio cuerpo, es posible disfrutar las festividades reduciendo al máximo el riesgo de descompensaciones.
“En Navidad y fin de año, quienes viven con condiciones gastrointestinales pueden disfrutar sin miedo si eligen alimentos suaves y fáciles de digerir —como pollo, pescado blanco, arroz, papas y verduras cocidas—, moderan lo que a veces cae pesado, y evitan alimentos grasos, fritos, cargados de fibra o bebidas irritantes. Además, es fundamental que las personas con Enfermedad Inflamatoria Intestinal mantengan sus controles médicos y no suspendan sus tratamientos, ya que la alimentación por sí sola no sustituye el seguimiento profesional ni la medicación indicada para cuidar su salud durante estas fiestas.”, concluye Andrés Navarrera, Therapeutic Area Lead de Takeda Colombia.
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