La tensión comercial entre China y Estados Unidos escaló tras el anuncio del gobierno chino de interponer una demanda formal ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) contra la imposición de lo que la administración estadounidense ha denominado “aranceles recíprocos”.
La medida, promovida por el presidente Donald Trump, ha generado una ola de incertidumbre global. Según el gobierno chino, los aranceles estadounidenses no solo afectan directamente a su economía, sino que involucran a más de 50 países que mantienen relaciones comerciales con Washington.
En respuesta, China anunció la imposición de aranceles del 34 % a todas las importaciones provenientes de Estados Unidos, medida que entrará en vigor el próximo 10 de abril. Con esto, se convierte en el primer país en responder de manera oficial a la ofensiva arancelaria impulsada por la Casa Blanca.
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El Ministerio de Comercio de China calificó los aranceles de Estados Unidos como una violación “grave” de las normas de la OMC, señalando que “dañan los derechos e intereses legítimos de los miembros y socavan el sistema de comercio multilateral”.
Además, el comunicado oficial del gobierno chino advierte que estas medidas constituyen una “práctica de intimidación unilateral”, que pone en riesgo la estabilidad del orden económico y comercial mundial.
En el marco del procedimiento ante la OMC, ambas partes cuentan con un plazo inicial de 60 días para buscar una solución bilateral. Si no se alcanza un acuerdo en ese lapso, China podrá solicitar la conformación de un panel de expertos que emita un fallo sobre la disputa.
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