Por: Oscar Eduardo Trujillo Cuenca
oscartrujillo79@gmail.Com
La Navidad y el Fin de Año son más que fechas marcadas en el calendario; son momentos que nos invitan a detenernos en medio del vertiginoso ritmo de la vida y reflexionar sobre lo que realmente importa. Estas celebraciones, más allá de los regalos y los banquetes, son una oportunidad para conectar con nuestras raíces, para valorar el amor de quienes nos rodean y para reencontrarnos con nosotros mismos.
La Navidad, con su magia y calidez, nos recuerda la importancia de la familia y del tiempo compartido. En un mundo donde muchas veces nos dejamos llevar por las preocupaciones del día a día, esta época es un llamado a pausar, a abrazar a nuestros seres queridos, a decir «te quiero» sin reservas. Es una temporada para dar sin esperar, para extender una mano a quien lo necesita, para ser luz en la vida de otros.
El Fin de Año, por su parte, nos invita a cerrar un ciclo y a prepararnos para uno nuevo. Es el momento perfecto para mirar hacia atrás y evaluar nuestras acciones, nuestros logros y también nuestros errores. Cada alegría y cada obstáculo superado nos han moldeado, nos han enseñado algo valioso. Reflexionar sobre ello no solo nos ayuda a aprender, sino también a agradecer. Agradecer por las lecciones, por los momentos compartidos, por las pequeñas alegrías cotidianas.
Y mientras hacemos balance del año que termina, también miramos hacia adelante. Soñamos, planeamos, establecemos propósitos. Este es el momento de sembrar la semilla de nuestros sueños, de visualizarnos alcanzando metas y construyendo el futuro que deseamos. Que el próximo año sea un lienzo en blanco donde pintemos con colores de esperanza, prosperidad, felicidad y salud.
Sin embargo, todos estos deseos y reflexiones encuentran su verdadero sentido cuando los compartimos. La unión familiar es el corazón de estas fiestas. Es en los abrazos sinceros, en las risas compartidas, en los recuerdos creados juntos, donde descubrimos el verdadero significado de la Navidad y del Fin de Año. Dejemos de lado las diferencias, los rencores y construyamos puentes de comprensión y amor. Porque en el fondo, lo que realmente importa es estar juntos.
Quiero invitarte a vivir estas fiestas con un corazón abierto, a llenarte de esperanza y a confiar en que lo mejor está por venir. Que cada día del próximo año sea una oportunidad para ser mejores, para construir un mundo más amable, para cultivar la felicidad y el amor en nuestras vidas y en la de los demás.
Desde el fondo de mi corazón, deseo que esta Navidad y el próximo Año Nuevo te traigan alegría, salud, prosperidad y bendiciones infinitas. Que encuentres la paz en los pequeños momentos y la fuerza para alcanzar todos tus sueños. Porque al final del día, la magia de estas fechas reside en el amor que somos capaces de dar y recibir. ¡Felices fiestas!








