La noche del domingo 30 de noviembre marcó un giro inesperado en el proceso interno del Centro Democrático: Miguel Uribe Londoño quedó por fuera de la contienda presidencial. La decisión, calificada por dirigentes como “irreversible”, destapó tensiones acumuladas, divisiones internas y dudas sobre la disciplina del exprecandidato dentro del partido.
DIARIO DEL HUILA, POLITICA
La llamada que Abelardo de la Espriella hizo al expresidente Álvaro Uribe Vélez fue la chispa que encendió una crisis anunciada. Según la versión que recibió el partido, De la Espriella le informó al jefe natural del uribismo que Miguel Uribe Londoño se había comunicado con él para expresarle su intención de renunciar a su aspiración presidencial y sumarse a su campaña.
La información inquietó a Uribe Vélez, quien de inmediato la puso en conocimiento de las directivas. La versión se convirtió en un alerta mayúscula dentro de una colectividad que, desde agosto —cuando Uribe Londoño anunció su aspiración tras la muerte de su hijo, el senador Miguel Uribe Turbay—, había tenido que cargar con tensiones internas sobre su llegada, su estilo político y sus condiciones para entrar al proceso.
De acuerdo con fuentes de alto nivel del partido, parte del Comité Consultivo Ético fue informado del episodio. Aunque no todos los miembros conocieron los detalles, el dato ya había permeado la discusión interna: Uribe Londoño estaría tanteando escenarios alternos al proceso oficial del Centro Democrático.
Malestar acumulado y señales que no gustaron
La llamada a De la Espriella no fue el único elemento que desgastó la relación entre Uribe Londoño y la cúpula del partido. Dentro del Centro Democrático existían inconformidades previas sobre su comportamiento en el proceso.
Uno de los puntos de fricción fue la relación con AtlasIntel, firma contratada oficialmente para realizar la encuesta que decidiría el candidato único. Las directivas de la encuestadora informaron al director del partido que integrantes de la campaña de Uribe Londoño los habían contactado para que hicieran un tracking paralelo. El episodio molestó profundamente a las también precandidatas María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y al entonces aspirante Andrés Guerra, quien incluso renunció a su candidatura.
A ello se sumaban episodios de distancia política: Uribe Londoño no asistía a todos los foros convocados por el expresidente Uribe Vélez, manejaba su propia agenda y expresaba inconformidades públicas con las decisiones del partido. El jueves anterior al anuncio, por ejemplo, cuestionó que la contratación de la encuestadora chilena no hubiera sido consultada con él.
Para dirigentes consultados, estos gestos minaron la confianza. “Llegó dividiendo, llegó imponiendo condiciones”, dijo una fuente que participó en las deliberaciones. La idea de una precandidatura unificadora nunca terminó de cuajar.
Le puede interesar: Centro Democrático sacó a Miguel Uribe Londoño del proceso de selección de candidatos

Una decisión tomada en silencio
En la noche del domingo 30 de noviembre, la tensión llegó a su punto final. Aunque la determinación no se hizo pública de inmediato, las directivas del Centro Democrático tomaron la decisión de excluir a Uribe Londoño del proceso. El anuncio se formalizó en un comunicado emitido en la mañana del lunes.
Y aunque el partido no lo dijo expresamente, la sombra de Álvaro Uribe pesó en la resolución. “Un tema de semejante tamaño no se toma sin el consentimiento del expresidente”, señaló una fuente cercana a la dirección.
El comunicado fue breve, directo y contundente: se agradecía la franqueza de De la Espriella y se anunciaba que el proceso continuará exclusivamente con María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Paola Holguín.
La respuesta: “No renuncio ni me renuncian”
Miguel Uribe Londoño reaccionó de inmediato. En un video difundido en sus redes sociales aseguró: “No renuncio ni me renuncian”. Cuestionó la decisión, negó las acusaciones y sostuvo que el partido se apresuró sin escucharlo. Su círculo político también desmintió versiones que aseguraban su salida voluntaria.
En declaraciones posteriores reiteró que no abandonará su propósito presidencial y que espera que el partido rectifique. Incluso, buscó una reunión con el expresidente Uribe para aclarar la situación, pero las fuentes consultadas aseguran que la decisión es prácticamente irreversible.
La crisis dejó claro que, pese a su discurso de unidad, el partido mantiene una fuerte disciplina interna y poco margen para movimientos que se perciban como desleales frente al proceso.
El respaldo a las tres precandidatas
La primera en pronunciarse fue María Fernanda Cabal, quien respaldó la decisión del partido y subrayó que el proceso debe mantenerse firme y orientado a escoger una candidatura sólida. Habló de unidad, claridad de propósito y compromiso con la defensa de la libertad, la democracia y la institucionalidad del país.
Holguín y Valencia también asumieron el mensaje: la carrera interna continúa sin distracciones y con una hoja de ruta clara hacia la definición de una candidatura única.
Un capítulo que marca al uribismo
La salida de Miguel Uribe Londoño no solo afecta la disputa interna, sino que deja al descubierto fracturas acumuladas en el uribismo. Para algunos sectores, su llegada representaba un discurso renovado; para otros, una amenaza a la cohesión histórica del partido.
Lo cierto es que la decisión envía un mensaje contundente: el Centro Democrático no permitirá movimientos que pongan en riesgo su orden interno ni alianzas por fuera de los cauces definidos.
Mientras el partido avanza hacia la selección de su candidata presidencial, queda por verse si Uribe Londoño insistirá en su propósito, buscará otro camino o terminará rompiendo definitivamente con la colectividad que lo acogió hace apenas unos meses.

Puede leer: De La Espriella advierte que Cepeda es “peor que Petro” tras resultados de encuesta Invamer









