Este viernes, el senador Andrés Guerra anunció su retiro de la precandidatura presidencial, decisión que tomó —según afirmó— tras los cambios en las reglas internas para escoger al aspirante único y por las tensiones que surgieron con el también precandidato Miguel Uribe Londoño.
Guerra oficializó su renuncia mediante una carta dirigida al partido, en la que agradeció la oportunidad de participar en el proceso y recordó su recorrido político desde su llegada al Senado en 2022. En su misiva señaló que, durante la campaña, “recorrimos el país, recogiendo los insumos indicados para presentarle una propuesta seria a los colombianos”, y destacó que el Centro Democrático es, a su juicio, “el único partido con verdadero barniz político en oposición” al gobierno de Gustavo Petro.
El ahora exprecandidato reconoció que su aspiración fue recibida con dudas, incluso con burlas, pero aseguró que mantuvo el compromiso hasta el final. “Sentí la soledad de mis colegas, de mi bancada, de la militancia”, escribió, aunque subrayó que el proceso le permitió mostrarse como una voz propia dentro del uribismo. “Quería llegar a meta, llevarme el diploma de la encuesta… pero no fue así”, lamentó.
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“El camerino está lacerado”
En entrevista con La FM, Guerra profundizó en las razones de su salida y dejó ver el nivel de molestia que existe dentro del partido. Sin rodeos, afirmó que la fractura interna es evidente: “Nos pusieron desde la primera silla y apagaron las luces para retirarnos… Al presidente Uribe, gratitud, pero el camerino está lacerado”.
Sus críticas se dirigieron especialmente a Miguel Uribe Londoño y al equipo de asesores que lo acompaña. Guerra aseguró que no comparte “el lenguaje de don Miguel” y que esa inconformidad la expresó desde el inicio. Según dijo, los asesores internacionales que respaldan la campaña de Londoño “han tratado de tener un protagonismo por encima de los precandidatos”, lo que, a su juicio, influyó negativamente en el ambiente interno.
“El momento emocional al interior del partido no es fácil”, señaló, advirtiendo que la colectividad está en riesgo de “implosionar” si no se corrigen estas dinámicas.
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