Por: EDWIN FERNANDO PISSO ESCALANTE
Recientemente, el debate sobre la educación superior en Colombia ha tomado un nuevo rumbo. La propuesta de algunos candidatos presidenciales de priorizar las carreras técnicas sobre las profesionales está suscitando opiniones diversas y, en muchos casos, desconcierto. ¿Cómo así que ahora en Colombia se deben cursar carreras técnicas y no profesionales?, se preguntan muchos, especialmente aquellos que han invertido tiempo y recursos en una educación universitaria. Sin embargo, es esencial mirar más allá de la superficie y comprender las implicaciones de esta propuesta en el contexto actual del mercado laboral colombiano, así como en el ámbito internacional.
En primer lugar, resulta fundamental reconocer la realidad que enfrenta el mercado laboral en Colombia. Según diversas fuentes, existe una creciente demanda de profesionales con habilidades prácticas específicas que puedan adaptarse rápidamente a las exigencias del entorno laboral. En este sentido, las carreras técnicas parecen ofrecer una solución más acorde a las necesidades actuales, ya que se centran en la capacitación práctica y el desarrollo de competencias que son valoradas en sectores específicos. Esto contrasta con algunos programas universitarios que, aunque ofrecen un conocimiento teórico valioso, no siempre logran preparar a los graduados para los retos inmediatos del mercado.
Un aspecto importante a considerar es la duración de los programas técnicos. Generalmente, estos pueden completarse en menos tiempo que una carrera profesional. Esto significa que los egresados tienen la oportunidad de ingresar al mercado laboral más rápidamente, permitiéndoles adquirir experiencia y comenzar a generar ingresos mucho antes. Para muchos jóvenes colombianos, especialmente aquellos de estratos socioeconómicos bajos, la posibilidad de obtener un empleo y contribuir a la economía familiar es un factor decisivo.
Además, el costo de la educación es un tema crucial en este debate. Las carreras universitarias pueden ser significativamente más costosas que las técnicas. La carga financiera de estudiar en una universidad puede ser abrumadora, dejando a muchos estudiantes con deudas considerables. Por otro lado, el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) ofrece formación técnica gratuita, lo que representa una oportunidad invaluable para aquellos que buscan mejorar su empleabilidad sin incurrir en gastos excesivos. Este apoyo del SENA no solo facilita el acceso a la educación, sino que también fomenta el emprendimiento y el empleo, brindando herramientas y recursos a quienes desean iniciar sus propios negocios.
Sin embargo, en un mundo cada vez más globalizado, es esencial considerar las oportunidades que ofrece el mercado laboral internacional. Muchos países están experimentando una alta demanda de trabajadores técnicos cualificados. Sectores como la tecnología, la construcción, la salud y la mecánica requieren habilidades específicas que a menudo se enseñan en programas técnicos. Aquellos que se especializan en oficios y dominan un segundo idioma —en este caso, el inglés— tienen aún más ventajas, dado que muchas organizaciones multinacionales buscan empleados que puedan comunicarse eficazmente con equipos globales. En fin, el combo de habilidades técnicas y dominio de idiomas les permite actualmente a los colombianos acceder a empleos mejor remunerados y con oportunidades de crecimiento en el exterior.
