El cardenal italiano Angelo Becciu, condenado por malversación de fondos y apartado de sus funciones por el papa Francisco, anunció este martes que acatará la decisión de la Iglesia de vetarlo del próximo cónclave, previsto para iniciar el 7 de mayo.
A través de un comunicado difundido por su abogado a la agencia AFP, Becciu expresó: “Teniendo en el corazón el bien de la Iglesia, a la que he servido y seguiré sirviendo con fidelidad y amor, así como para contribuir a la comunión y a la serenidad del cónclave, he decidido obedecer como siempre lo he hecho”.
El purpurado de 76 años fue durante años una figura influyente en la curia romana, cercano al papa Francisco y considerado en su momento papabile. Su carrera se vio truncada por su vinculación con una operación inmobiliaria en Londres, que derivó en su enjuiciamiento por malversación y su posterior condena a cinco años y medio de prisión. El caso, relacionado con la compra fallida de un edificio de lujo con fondos del Óbolo de San Pedro —la colecta global de caridad del papa—, desató una ola de reformas en las finanzas vaticanas impulsadas por el pontífice argentino.
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Aunque aún conserva el título de cardenal, Becciu ya no forma parte del colegio de electores. A pesar de ello, participaba en las reuniones previas al cónclave hasta que le fue entregada la confirmación formal de su exclusión. El cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, fue el encargado de presentarle dos cartas firmadas por el papa Francisco, una fechada en 2023 y otra en marzo de este año, ratificando la decisión.
Becciu ha insistido en su inocencia durante todo el proceso, y hasta hace pocos días defendía su derecho a participar en la elección del próximo pontífice. Su caso representa el episodio judicial de mayor rango en la historia reciente del Vaticano y marcó un punto de inflexión en los esfuerzos del papa por transparentar el manejo de los recursos de la Santa Sede.
En 2020, Francisco le solicitó la renuncia a su cargo como prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y le retiró los privilegios propios del cardenalato.
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