Por: José Eliseo Baicué Peña
Víctor Hugo, dijo que la ciudad es una escritura: aquel que se desplaza en la misma, el habitante de la ciudad, es un tipo de lector que, según sus obligaciones y sus desplazamientos, toma fragmentos del escrito para actualizarlos en secreto.
Todo esto está cobrando mucho sentido a propósito de las macro-dimensiones que está tomando el transporte, la semaforización, el parque automotor, la acción de los guardas de tránsito y, por supuesto, los peatones.
Es evidente que las proporciones de crecimiento que vinieron, con gran ímpetu, a partir de las dos últimas décadas del siglo XX y los despliegues que estamos experimentando en el XXI son casi incalculables.
Quizás, los urbanizadores de las grandes y pequeñas ciudades no calcularon bien las proporciones de crecimiento que se vendrían con gran ímpetu a partir de las dos últimas décadas del siglo XX y los despliegues que se evidencian en el XXI.
El tráfico está paralizando las urbes y hasta las pequeñas ciudades. Se calcula que un conductor pierde una media de 5 días al año en los trancones de ciudades como Bogotá, Buenos Aires, Madrid y Francia.
Valdría la pena averiguar cuánto se pierde en ciudades emergentes como Neiva, Florencia e Ibagué, las cuales no son grandes urbes, sí muestran complicación en la movilidad no sólo en las horas pico, sino en la mayor parte del tiempo.
En ciudades como Neiva es claro el aumento de la población y el incremento del parque automotor y, claro, las vías prácticamente continúan siendo las mismas y con los mismos inconvenientes. A esta situación, que recrudece la parálisis vial, se suma las diferentes adecuaciones y arreglos de varias vías en la capital.
Claro, que los guardas de tránsito tampoco es mucho lo que aportan. Pues, pareciera que su función fuera solamente realizar comparendos y actuar impositivamente con conductores y peatones. Quién los forma, qué criterios existen para su selección, ¿cuáles son sus funciones? ¿Su presencia debe ser solamente en los sectores del microcentro?
La movilidad en Neiva es, cada vez, más caótica. ¿Qué se está pensando para mejorar este flagelo?








