Diario del Huila

Caos, violencia y miedo

Mar 29, 2025

Diario del Huila Inicio 5 Opinión 5 Caos, violencia y miedo

Por: Amadeo González Triviño

Somos un país de contrastes y estamos condenados por completo a la violencia, a vivir en la barbarie y sentir en carne propia el exterminio que nuestra clase dirigente quiere hacer de aquellos que en determinado momento piensan o reflexionan o se preocupan por el bienestar del otro o por encontrar el sendero de una sociedad más justa e igualitaria.

Sin quererlo, nosotros mismos, los colombianos nos hemos convertidos en víctimas y victimarios a la misma vez, de todo lo que pueda constituirse en una forma de solucionar o avanzar en los procesos sociales de las reformas requeridas para que los derechos fundamentales, del que tanto se hace alusión en un Estado Social de Derecho, cobren vigencia y se hagan realidad, todo como fruto de los logros de nuestra Carta Constitucional del 91, pero en el fondo, y como consecuencia de las formas de gobierno que hemos tenido, todo ha sido y no ha quedado más que en simple letra muerta y por consiguiente en un estado negacionista de su propia razón de ser.

Las fuerzas oscuras del poder, se han encargado de enseñarnos hasta la saciedad, que el gobierno sin el poder, no es gobierno. Que mientras no se tengan los mecanismos para hacer visible la realidad de la corrupción en cada una de las instituciones de nuestra organización social, todo no será más que un distractor para seguir saciando ese ánimo belicista, pendenciero, confrontacional, que día a día, hacen que la polarización social, de clases, se haga más evidente y se contamine al menesteroso con una empanada o un café o un abrazo, como viene sucediendo por parte de quienes abusan del poder y seguirán abusando del mismo, mientras estemos convencidos de que hay redentores y hombres con la capacidad de oscurecer su propio pasado, para seguir viviendo de los aplausos y de los elogios, como viene sucediendo en nuestra patria colombiana.

Mientras todo esto sucede, el país, se sigue desmoronando, la violencia y la inseguridad se sigue tomando las calles, las veredas y los centros poblados, hasta el punto de que estallan petardos o se dinamitan las vías públicas, en aras a propiciar y desarrollar todo lo que es un sistema de caos, de conflicto y de separación de identidad entre el poder central y la capacidad de las autoridades regionales por ofrecer una alternativa o solución de pacificación de los habitantes en su territorio y por consiguiente, una forma de violencia que no hemos querido dimensionar y no hemos querido desenmascarar con palabras simples y sencillas, como realmente se corresponde con el deber ciudadano.

No es erróneo que se hable y se pregone la opción de un golpe blando, un golpe de estado, o una forma anormal de no permitir la continuidad de un mandatario. Todo hace parte de esas formas que se han diseñado desde las entrañas de una sociedad que se ha acostumbrado a dejar solos a sus gobernantes, para regirse por las fuerzas extrañas que en determinado momento, hacen coro con los grandes emporios económicos y que gozan de ese elemento detonante desde los medios de comunicación que se unen con un fin mediático y muchas veces, se enquistan tan sutilmente en los procesos sociales, para sacar provecho y advertir como se dice desde la antigüedad: “divide y reinarás”.

Y para complementar ese panorama, viene el miedo, viene la sed de venganza, viene el temor reverencial y el lenguaje no se detiene en colocar toda clase de improperios y de expresiones que buscan dinamitar y contrarrestar cualquier proceso de identificación o de salvaguardia de las comunidades, para que todos, como diría el otro, desde los buenos y los otros no muy buenos, se incendie este país, se genere caos, violencia, inseguridad y sobre todo, desestabilización social que es lo que se requiere para que nuestros fines y principios constitucionales, se vuelvan trizas y dentro del oscurantismo, ejerzamos un poder a medias y traseguemos buscando refugios, para acuartelarnos mientras vuelve la razón y la esencia del humanismo en cada uno de nuestros políticos y dirigentes de turno.

Tal vez te gustaría leer esto